Era una prueba a la que le tenía muchas ganas, el año pasado
no pude ir porque un gran amigo se casaba así que se me quedó pendiente. La
zona me gusta, Manzanares es un pueblo precioso y La Pedriza una zona muy
recurrente en mi club, los Caprus vamos mucho y le tenemos un especial cariño.
Por esto y mil razones más, Astromad era un triatlón que me apetecía mucho.
Salió redondo, pude desplegar todo lo que he ido aprendiendo a través del
Mister y de mis compañeros de club, terminé con la sensación de que había
competido como se tiene que competir en este tipo de pruebas. Hacer una buena
natación sin vaciarse, para coger un buen grupo de bici, y darlo todo en la
carrera a pié. Y así fue.
Llegué a Manzanares a eso de las 7:15, ya había mucha gente
por allí y el ambiente era genial. Temperatura perfecta, nada de viento, un
parking enorme al lado de los boxes. Fantástico. En seguida cojo todos los
bártulos y me voy a la cola, aparece Almu también y la cuelo, claro. Me alegra
ver que uno de los jueces es mi amigo Javi de Leganés, con quien he rodado
varias veces por la Casa de Campo, le doy un abrazo, soltamos un par de bromas
y para adentro. Tranquiliza y reconforta encontrar una cara amiga. Llego a mi
puesto y me lío a montarlo todo con mucho mimo, el triatlón es el deporte de
los detallitos, una pequeña chorrada puede dejarte fuera de competición. En seguida dicen por megafonía que el neopreno está permitido y nos van
repitiendo una y otra vez todas las instrucciones necesarias, las vueltas que
hay que dar a cada circuito, etc. El tiempo pasa volando y llega la
hora de ponerse el neopreno, formamos todos los triatletas enfrente de nuestra
posición y cuando los jueces validan todo nos vamos hacia el agua.
La temperatura es buena, el embalse está tranquilo, esto es
precioso. Nos colocamos con orden y entonces, al toque de bocina, la
tranquilidad desaparece para dar paso al caos más absoluto. Salimos todos con
ansia a por la primera boya, hay una diferencia muy sustancial entre esta
distancia y el Half, aquí la natación tiene mucho más peso, así que no hay
piedad en el agua. Me llueven hostias por todos los lados, me hunden, me da
igual yo sigo a lo mío. Respiro cuando puedo, nado cuando puedo y paro cuando tengo
que hacerlo. Tardo mucho en encontrar un hueco y poder desplegar bien la
técnica de nado. Hasta que no llevamos unos 500 metros no puedo pillar pies y
entonces empiezo a acelerar. Es curioso como a pesar de todo el bombardeo que
tienes alrededor la punta de tus dedos te indican donde está el tipo al que
sigues, en lo oscuro del agua, como en un agujero negro, sabes que está ahí
pero no puedes verle y sin embargo te guía. Nado muy fluido hasta las boyas de
giro y se vuelve a liar, queremos pasar todos por el mismo sitio, vuelven a
llover palos, no hay quejas, no hay reproches, es parte del juego, me llevo
incluso una hostia en toda la cara. Me da igual, hay que seguir y hay que
apretar. Al girar el grupo se despliega y ya puedo nadar bien, me centro en la técnica,
en agarrar agua, adelanto gente, me siento bien. Llego a la orilla y salgo,
30:00 clavados, miro al embalse y queda mucha gente. Ha sido la natación más dura que he hecho nunca. Aún así, salgo concentrado y corro
por la moqueta buscando a mi Imperiosa. Fuera gafas, cremallera arriba, un
brazo, el otro, me quito el gorro. Hago una transición rápida y me monto con buenas
sensaciones.
En seguida meto el plato y me lanzo a pilar una rueda,
hacemos un grupo 5 triatletas y empezamos a relevarnos. En un par de minutos
somos unos 12. Vamos rápido, muy rápido. En seguida armamos relevos y volamos,
literalmente. Nadie se queda chupando rueda, todos colaboramos, todos nos
señalamos obstáculos, nos hablamos, tiramos como un único ser. De repente todo
lo que me ha enseñado el Mister y los Caprus cobra sentido, el grupo se mueve
como una unidad, casi parece mi grupeta. Me parece que a mi lado van Miguel,
Rafa, Alberto, Raúl, Rubén, Fernando, me muevo muy a gusto. No me olvido de
alimentarme, voy comiendo barrita y bebiendo del bidón. Se nos une la primera
mujer, ha visto que el grupo funciona y entra con nosotros, nos aplauden cada
vez que pasamos por la glorieta, me emociono. El entendimiento es total. No hay ningún
kilómetro de bici a menos de 30 Km/h, disfruto como un enano, casi me siento
Purito o Contador cuando van en un grupo escapados y lo ves por la tele. Damos
el último giro de 180º y nos lanzamos a por los boxes, saco los pies, me
preparo, me levanto, salto de la bici como me gusta, me caigo, duele, me
levanto y entro en boxes. Corro a mi puesto, duele el pié, miro el dedo y tengo
una uña partida, me la arranco con la mano, no me va a parar ahora una uña. Me calzo, y
salgo corriendo.
No pienso en lo que ha ocurrido, este es uno de los riesgos
al entrar en boxes. Frené mucho para no comerme a uno que se había parado en
seco de repente, pero no controlé bien la bici. Me concentro y sigo, poco a
poco las piernas empiezan a funcionar y puedo ir alargando la zancada, paso
gente, tomo un gel con cafeína y me concentro. Estoy fuerte, rápidamente
encuentro ese esfuerzo sub máximo en el que me encuentro tan a gusto, las
series, el trabajo anaeróbico que llevo, se nota y mucho. Hago el segundo
giro y animo a Almu que está terminando con la bici, no se si hace calor, no se si voy cansado, no se nada, solo se que tengo que tengo que seguir
adelante y aislarme del mundo. Pego el último giro, cojo la segunda pulsera y
entonces me doy cuenta de que llevo mucha gente detrás, pero mucha, esto no es
normal. Me da un subidón brutal, adelanto y adelanto cadáveres, estoy fuerte,
acelero y van subiendo pulsaciones, boqueo y trato de tragar todo el aire del
mundo, y sigo. Paso la glorieta y bajamos por debajo de un puente, una pequeña
escalera, la entrada a meta, aprieto dientes, sprinto, la gente aplaude, o me
lo imagino, o aplaude a otro, me siento Dios en ese momento, cruzo el arco
extendiendo los brazos porque he ganado, me he ganado, veo el reloj: 2:30….no
me lo puedo creer, esto es imposible, no era consciente de que iba tan bien en
tiempo, me ha salido en 46´ la carrera final, nunca he hecho un 10K tan rápido
. Se me cae una lágrima, otra, encuentro caras de comprensión entre otros
triatletas. Me abrazo a un par de compañeros de grupo, encuentro viejos
conocidos de otras competiciones con los que charlo e intercambio opiniones y
disfrutamos de un espectacular avituallamiento final. Ha sido increíble, ha
salido perfecto.
Ahora toca poner de nuevo los pies en la tierra, seguir
trabajando con humildad y disciplina, desde la base. Seguir construyendo la
casa desde los cimientos. Próxima parada, Triatlón de Alcázar de San Juan.