Ya son tres los años que llevo subido a una flaca. Recuerdo
nítidamente el día que fui a comprarla, el pánico que sentí al ver los pedales
automáticos, el vértigo de no haberme subido a una bicicleta desde los 12 años
(literalmente). Resulta que el jodido soñador que soy se propuso ser triatleta
y es requisito imprescindible dominar la bici de carretera. Recuerdo los miedos
la primera vez que me subí, el inexistente equilibrio, el no saber para qué
coño servía un desarrollo, ser completamente incapaz de soltar una mano, tener
que pararme para poder coger el bidón y beber.
Es imposible olvidar el dolor de culo, cuello y espalda
cuando no había hecho 20 kilómetros ni siquiera. La sensación de impotencia al
quedarte sin fuerza en cualquier mínima cuesta, tirar de molinillo a las
primeras de cambio porque era imposible mover los pedales. El pánico absoluto a
la carretera, el ser incapaz de seguir una línea recta y otros tantos miles de
detalles. Todo vino a mí hace unos días cuando entrenaba en la Casa de Campo.
Terminaba unas series corriendo y le vi, un chaval de unos 35, regordete, con
miedo, ilusión, muy parecido al Suso de hace tres años. En su mirada había una
mezcla de miedo, ilusión y certeza. Apenas podía manejar la flaca, torpe al
subirse, inseguro en el manejo, muy torpe al bajarse, tampoco podía coger el
bidón y mil detalles más, como yo hace tiempo. Me quedé pensando un rato en
todo lo que había pasado estos últimos años. Me dieron ganas de acercarme, de
decirle que se puede, que no se preocupase, que todo lleva su proceso, que no
se precipitase pero que fuese constante. También que se rodease de buena gente,
de la que te enseña poco a poco, no de la que te obliga a hacer cosas que
supongan un peligro, o de las que enseguida te hacen quemar etapas. Hay algo
que nos cuesta entender en la vida y es que todo lleva su tiempo, que no por
llegar antes vamos a llegar mejor o ni siquiera llegar. Los buenos guisos se
hacen a fuego lento. Pero el chaval se fue y no me dio tiempo a hablar con el,
una pena.
Tres años después de subirme por primera vez a una flaca, de
encontrar mi pasión en el triatlón, lo de menos es haber aprendido a manejar
una bici de carretera y hacer cosas que pensaba imposibles para mí. Lo más
importante es aprender a pensar en largo, a tener paciencia, diferenciar la
paja del grano y ser mejor persona. En general, estos tres años he aprendido
más sobre la vida que sobre el triatlón. Pero realmente, todo empezó entrando
en una pequeña tienda de bicicletas del Paseo de las Delicias cargado de ilusión.
Bonito. Un excitante camino andado...y lo que queda!!!
ResponderEliminarUn abrazo
Bonita reflexión Suso y muy acertada, añado. La suscribo.
ResponderEliminarNota_ El figura que pasa a tu lado en la foto ¡¡¡quería tu bici!!! o tu culito o tu cartera XD
Alberto 'RunnerChef'
Como buen caminante, vas haciendo camino al andar. A seguir caminando Suso.
ResponderEliminarOle tú! :) Muy bonito :)
ResponderEliminarGenial entrada Suso, me han encantado tus reflexiones! por cierto, te has fijado en la cara del chico que pasaba a tu lado mientras sujetas orgulloso a Imperiosa? Yo creo que ahora también se cuelga un dorsal, aunque sin duda también aprecia tu sex-appeal. MMMMUA
ResponderEliminarBuena reflexión suso....
ResponderEliminaryo ando ahoa más o menos igual, me acabo de pillar una burra, ( de montaña) estoy como loco por que me llamen de la tienda y me digan que ya la tienen... ilusión para parar un tren de mercancías, ya veremos como acaba todo....
Por cierto.... Hay otra forma de pillar el bidón del agua que no sea parando??
:p
yo de momento pararé jiji