Si había una carrera a la que tenía ganas era la Media Maratón
Fuencarral-El Pardo, es la carrera de mi barrio. Quería darlo todo, el año
pasado terminé un poco cabreado conmigo mismo, creo que podía haber rendido un
puntito más pero me faltó confianza. Tampoco habría bajado mucho el tiempo, uno
o dos minutos como mucho, pero sí que habría cruzado la línea con esa sensación
de que lo has dado todo que tanto me gusta.
El día anterior a la carrera no salí de casa prácticamente,
solo para hacer 30´de trote y 6 rectas con muchos estiramientos después. Me
quedé el resto del día en casa, leyendo, concentrado, tranquilo, las piernas en
alto. Se me pasó muy rápido el día y me fui a la cama dejándolo todo preparado
con mucho mimo. Dormí del tirón y a las 6:15 sonó el despertador. Hago todo el
ritual típico de una carrera y salgo andando hacía el Polideportivo de Santa
Ana, es un lujo poder ir andando a una de tus carreras favoritas. Justo antes
de llegar me pitan, son mis cabras, desde ese momento ya estamos todos los
Caprus juntos. La idea es ir en un grupo de 4 donde David y yo estamos muy
parejos, Miguel y Rafa venían a ayudarnos y marcarnos ritmo. Enseguida nos
empezamos a encontrar muchos amigos y en nada ya estamos calentando, yo me
concentro y dejo de hablar, desde ese momento solo hay 21 km por delante.
La salida es quizá lo que menos me gusta de esta carrera, no
hay espacio por las calles y se pierde algo de tiempo, hasta el km 3 más o
menos no podemos pillar el ritmo que queremos, vamos un pelín retenidos y
zigzagueando entre corredores. Nos cruzamos con varios amiguetes. Yo voy a lo mio,
callado, sin pensar, intentando lanzar la zancada bien adelante y pisando bien,
qué diferencia cuando practicas la técnica de carrera. Se me pasa todo muy
rápido, enseguida llegamos al Pardo y ya dejamos de bajar. Terreno ligeramente ondulado
donde subimos pulsaciones y vamos cogiendo una velocidad interesante. También
se me pasa muy rápido, voy muy ensimismado sin perder el hombro de Miguel como
referencia. Y entonces empieza la carrera, subidas y más subidas hasta
Montecarmelo. Por cierto, picamos en kilómetro 10 en 48:13, lo que sería MMP en 10 K.
Si hay una diferencia, aparte de las físicas, entre el Suso
de 2013 y el de 2014 es la cabeza. Gracias al Mister he descubierto que hay
otro yo dentro mí, lo llamo “El otro tipo”. Bueno, pues en las cuestas fue ese
otro tipo el que cogió el control, este “Yo” tiene una tolerancia al sufrimiento
que yo no tengo. De hecho creo que hasta disfruta con ello el muy cabrón,
cuando vi los parciales que nos marcamos en la subida no me los creo, pero es
que cuando llegamos al llano cayeron un par de km por debajo de 5´con unas
sensaciones acojonantes, todo gracias al otro tipo. No recuerdo bien la cuesta
larga en curva que te saca del Pardo, creo que iba totalmente concentrado,
boqueando y babeando, aislándome de todo para seguir adelante. Como cuando
sales de un cuarto y apagas la luz, pues algo así, es una sensación difícil de
explicar, no siempre consigo ir tan en automático pero es algo alucinante
cuando ocurre. En esos momentos eres todo instinto, tu lado más animal tiene el
control y apenas hay tiempo para pensar, creo que tiene que ver mucho este estado
con la meditación……pero es da para otro post en este humilde blog.
Cuando llegamos a Montecarmelo las fuerzas ya iban justas y
pica para arriba pero bien. Braceo, braceo
Fotos robadas con nocturnidad y alevosía a Jorge Gómez y Felipe Lira, gracias :)