domingo, 22 de junio de 2014

Crónica de Astromad Olímpico, el mejor triatlón que he hecho nunca.


Era una prueba a la que le tenía muchas ganas, el año pasado no pude ir porque un gran amigo se casaba así que se me quedó pendiente. La zona me gusta, Manzanares es un pueblo precioso y La Pedriza una zona muy recurrente en mi club, los Caprus vamos mucho y le tenemos un especial cariño. Por esto y mil razones más, Astromad era un triatlón que me apetecía mucho. Salió redondo, pude desplegar todo lo que he ido aprendiendo a través del Mister y de mis compañeros de club, terminé con la sensación de que había competido como se tiene que competir en este tipo de pruebas. Hacer una buena natación sin vaciarse, para coger un buen grupo de bici, y darlo todo en la carrera a pié. Y así fue.

Llegué a Manzanares a eso de las 7:15, ya había mucha gente por allí y el ambiente era genial. Temperatura perfecta, nada de viento, un parking enorme al lado de los boxes. Fantástico. En seguida cojo todos los bártulos y me voy a la cola, aparece Almu también y la cuelo, claro. Me alegra ver que uno de los jueces es mi amigo Javi de Leganés, con quien he rodado varias veces por la Casa de Campo, le doy un abrazo, soltamos un par de bromas y para adentro. Tranquiliza y reconforta encontrar una cara amiga. Llego a mi puesto y me lío a montarlo todo con mucho mimo, el triatlón es el deporte de los detallitos, una pequeña chorrada puede dejarte fuera de competición. En seguida dicen por megafonía que el neopreno está permitido y nos van repitiendo una y otra vez todas las instrucciones necesarias, las vueltas que hay que dar a cada circuito, etc. El tiempo pasa volando y llega la hora de ponerse el neopreno, formamos todos los triatletas enfrente de nuestra posición y cuando los jueces validan todo nos vamos hacia el agua.

La temperatura es buena, el embalse está tranquilo, esto es precioso. Nos colocamos con orden y entonces, al toque de bocina, la tranquilidad desaparece para dar paso al caos más absoluto. Salimos todos con ansia a por la primera boya, hay una diferencia muy sustancial entre esta distancia y el Half, aquí la natación tiene mucho más peso, así que no hay piedad en el agua. Me llueven hostias por todos los lados, me hunden, me da igual yo sigo a lo mío. Respiro cuando puedo, nado cuando puedo y paro cuando tengo que hacerlo. Tardo mucho en encontrar un hueco y poder desplegar bien la técnica de nado. Hasta que no llevamos unos 500 metros no puedo pillar pies y entonces empiezo a acelerar. Es curioso como a pesar de todo el bombardeo que tienes alrededor la punta de tus dedos te indican donde está el tipo al que sigues, en lo oscuro del agua, como en un agujero negro, sabes que está ahí pero no puedes verle y sin embargo te guía. Nado muy fluido hasta las boyas de giro y se vuelve a liar, queremos pasar todos por el mismo sitio, vuelven a llover palos, no hay quejas, no hay reproches, es parte del juego, me llevo incluso una hostia en toda la cara. Me da igual, hay que seguir y hay que apretar. Al girar el grupo se despliega y ya puedo nadar bien, me centro en la técnica, en agarrar agua, adelanto gente, me siento bien. Llego a la orilla y salgo, 30:00 clavados, miro al embalse y queda mucha gente. Ha sido la natación más dura que he hecho nunca. Aún así,  salgo concentrado y corro por la moqueta buscando a mi Imperiosa. Fuera gafas, cremallera arriba, un brazo, el otro, me quito el gorro. Hago una transición  rápida y me monto con buenas sensaciones. 

En seguida meto el plato y me lanzo a pilar una rueda, hacemos un grupo 5 triatletas y empezamos a relevarnos. En un par de minutos somos unos 12. Vamos rápido, muy rápido. En seguida armamos relevos y volamos, literalmente. Nadie se queda chupando rueda, todos colaboramos, todos nos señalamos obstáculos, nos hablamos, tiramos como un único ser. De repente todo lo que me ha enseñado el Mister y los Caprus cobra sentido, el grupo se mueve como una unidad, casi parece mi grupeta. Me parece que a mi lado van Miguel, Rafa, Alberto, Raúl, Rubén, Fernando, me muevo muy a gusto. No me olvido de alimentarme, voy comiendo barrita y bebiendo del bidón. Se nos une la primera mujer, ha visto que el grupo funciona y entra con nosotros, nos aplauden cada vez que pasamos por la glorieta, me emociono. El entendimiento es total. No hay ningún kilómetro de bici a menos de 30 Km/h, disfruto como un enano, casi me siento Purito o Contador cuando van en un grupo escapados y lo ves por la tele. Damos el último giro de 180º y nos lanzamos a por los boxes, saco los pies, me preparo, me levanto, salto de la bici como me gusta, me caigo, duele, me levanto y entro en boxes. Corro a mi puesto, duele el pié, miro el dedo y tengo una uña partida, me la arranco con la mano, no me va a parar ahora una uña. Me calzo, y salgo corriendo.

No pienso en lo que ha ocurrido, este es uno de los riesgos al entrar en boxes. Frené mucho para no comerme a uno que se había parado en seco de repente, pero no controlé bien la bici. Me concentro y sigo, poco a poco las piernas empiezan a funcionar y puedo ir alargando la zancada, paso gente, tomo un gel con cafeína y me concentro. Estoy fuerte, rápidamente encuentro ese esfuerzo sub máximo en el que me encuentro tan a gusto, las series, el trabajo anaeróbico que llevo, se nota y mucho. Hago el segundo giro y animo a Almu que está terminando con la bici, no se si hace calor, no se si voy cansado, no se nada, solo se que tengo que tengo que seguir adelante y aislarme del mundo. Pego el último giro, cojo la segunda pulsera y entonces me doy cuenta de que llevo mucha gente detrás, pero mucha, esto no es normal. Me da un subidón brutal, adelanto y adelanto cadáveres, estoy fuerte, acelero y van subiendo pulsaciones, boqueo y trato de tragar todo el aire del mundo, y sigo. Paso la glorieta y bajamos por debajo de un puente, una pequeña escalera, la entrada a meta, aprieto dientes, sprinto, la gente aplaude, o me lo imagino, o aplaude a otro, me siento Dios en ese momento, cruzo el arco extendiendo los brazos porque he ganado, me he ganado, veo el reloj: 2:30….no me lo puedo creer, esto es imposible, no era consciente de que iba tan bien en tiempo, me ha salido en 46´ la carrera final, nunca he hecho un 10K tan rápido . Se me cae una lágrima, otra, encuentro caras de comprensión entre otros triatletas. Me abrazo a un par de compañeros de grupo, encuentro viejos conocidos de otras competiciones con los que charlo e intercambio opiniones y disfrutamos de un espectacular avituallamiento final. Ha sido increíble, ha salido perfecto.

Ahora toca poner de nuevo los pies en la tierra, seguir trabajando con humildad y disciplina, desde la base. Seguir construyendo la casa desde los cimientos. Próxima parada, Triatlón de Alcázar de San Juan.

martes, 10 de junio de 2014

La pisada y la madre que la parió.

Si antes de empezar a correr alguien me dijese eso de: ¿tú eres pronador?, le habría respondido sin duda que yo soy del Atleti.  Lo que voy a contar aquí es MI experiencia en el mundo del atletismo popular, solo eso. La visión de un hiperpronador, con una dismetría de casi 1 centímetro en la cadera y el pié cavo. Lo que viene a ser un puto desastre.

Cuando empecé a correr lo hice con unas zapatillas neutras, que no sabía que eran neutras, de hecho no sabía que existían diferentes tipos de zapatillas. Ya sabéis lo que es arrancar en esto, empiezas a recibir un bombardeo de información entre el que hay mucho mensaje de marketing. Descubres que eres pronador y las revistas especializadas, los foros, etc, te dicen que te hagas plantillas. La cosa es que ya te has lesionado un par de veces, aparte de que me dolían muchas cosas y había también molestias recurrentes. No era consciente, pero talonaba mucho.  

Y en todo esto te taladran que hay que solucionarlo a base de comprar. Super zapatillas que te lo arreglan todo, plantillas que son la tabla de salvación a todos tus problemas, podólogos deportivos, etc. En esto te dicen que no tiene nada que ver la técnica, la fuerza, entrenar correctamente, y tantas otras cosas. No, la culpa es únicamente de tu cuerpo que es imperfecto y te voy a vender la solución. Vivimos en un mundo donde todo se compra y solo nos vale lo inmediato.
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 Es entonces cuando vas a ver a un podólogo deportivo y descubres que eres una especie de deforme o similar. Evidentemente, no te dicen que no necesitas plantillas, que pruebes a hacer ejercicios de técnica, que visites el gimnasio o que te busques asesoramiento a través de un entrenador. No, te soplan 300 euros y te dan unas plantillas que te cambian los dolores de sitio. A mí, tras varios retoques, no me sirvieron. Y eso que fui a ver al que se supone que es el mejor en esto. De ahí pasé a utilizar zapatillas-tanque, aquellas destinadas a los mega pronadores. Un par de ladrillos, literalmente. Con esto es con lo que menos me lesionaba, aunque seguía pasando. Incluso cuando ya me metí en el triatlón.

Fue entonces cuando di con gente que sabe de verdad, DE VERDAD. De golpe y porrazo aparecen dos cosas de las que habías oído alguna vez, pero tampoco tenía mucha constancia. La técnica y la fuerza. Anda, pero si resulta que correr no es poner un pié delante de otro, que descubrimiento. Te empiezan a hablar de posición de brazos, de tronco, de pisadas reactivas, ejercicios de técnica, ejercicios de fuerza y demás. Entonces te vas dando cuenta de que ya no pisas tanto de talón, algo está cambiando, te notas más fluido y un largo etcétera de sensaciones. Esto, en mi caso, ha derivado en que ahora entro de metatarso y no de talón, y la diferencia es muy grande. De hecho es demasiado grande. Es cierto que pasé un periodo donde se me cargó la musculatura y caí en una pequeña inflamación de la cintilla (lesión recurrente en mí) cuando empecé con la técnica de carrera, pero fue en la pierna derecha en vez de la izquierda, que es la que me daba por culo, imagino que se debió a que el cuerpo se estaba adaptando y recomponiendo al cambio. Me recuperé mucho más rápido de lo habitual y enseguida pude meter un volumen interesante de kilómetros de nuevo.

Llevo más de un año con la pisada cambiada y con los ejercicios de fuerza incorporados en mi rutina, también teniendo muy claro como tengo que pisar, aunque ya me sale de dentro la verdad. He pasado de usar zapatillas como ladrillos a otras mucho más ligeras, incluso puedo usar voladoras. Aun así, me gusta que estas no sean neutras, tener una doble densidad o similar ayuda a un hiperpronador como yo cuando aparece el cansancio y pierdo eficiencia. Estoy muy contento con esta forma de pisar, las piernas se cargan muchísimo menos, se gasta menos energía (soy más eficiente) y encima voy más rápido con menos esfuerzo. En triatlón, que es mi deporte, una pisada así es clave. Nos bajamos de la bici muy cansados y una pisada eficiente es un tesoro.

¿Qué pasa con esto? Muy fácil, terminas comprando zapatillas más baratas, de gama más baja, incluso compras menos zapatillas. En lo que a las plantillas se refiere ya ni os cuento. ¿Esto interesa? Pues francamente, en absoluto. Va en contra del mercado, así de claro. Merece la pena acercarse a gente que os puede ayudar con todo esto, de verdad, y huid de la mercadotécnica. El trabajo bien hecho, la paciencia, no hay nada más biomecánico que el trabajo día a día y la visión a largo plazo. Y muy importante, aprender. Que a veces se nos olvida esto último.


Como siempre, no olvidéis que esto es la opinión de alguien que no es nadie. Es solo mi experiencia, lo que me ha ocurrido a mí y lo que yo he aprendido. No tiene porque valerle ni gustarle a nadie más. Ni pretendo sentar cátedra ni nada parecido J

domingo, 1 de junio de 2014

III Triatlón Olímpico sin Drafting Juarros de Voltoya


La de Juarros es una prueba con mucho sabor, de esas competiciones que crecen por el boca-oreja, de las que no ves un mal comentario en ningún foro y de las que vuelan los 160 dorsales en menos de un día. Yo llevaba un par de semanas complicadas, por temas de curro y otras índoles, no me había podido centrar en la competición como me gusta hacerlo. De hecho, el jueves, no tenía ni puta gana de ir a Segovia para participar en un triatlón, a pesar de ello nunca dudé en ir, no está en mi ADN doblar la rodilla a las primeras de cambio. El viernes disfruté de una cena con un par de buenas amigas y los peques, me relajé, dormí muy bien y el sábado volvieron las ganas. Tuve, además, una charla telefónica con el Mister y me dijo algo que me terminó de animar: “a veces cosas externas nos quitan las ganas de hacer lo que más nos gusta, pero eso es momentáneo”. Dicho y hecho, el Triatlón es mi pasión, mi novia, disfruto como un niño cuando lo practico. Salí para Juarros cargado de ilusión de nuevo y volví feliz, cansado y con 24 euros menos por los peajes de la AP-6.

La prueba era por la tarde, así que dediqué la mañana del sábado a preparar todo con mimo. Tomé una decisión muy acertada, los partes meteorológicos de la zona eran entre malos y desastrosos, así que me llevé de todo para ya decidir in situ. Entre el material iba una chaquetilla que fue clave.

Llegué a Juarros y en seguida me encontré con amigos, Almu, Antonio, Jesús y su mujer (los conocí el sábado pero ya se sabe lo que tiene esto, como si los conociese de siempre), Concha, etc. Ya no tengo tensión, estoy ansioso por empezar, llevo una sonrisa de oreja a oreja. Me paseo para observar bien el embalse, como me dijo Berri es un charco grande, pero el entrono es muy bonito. La meteorología empieza a acojonarme un poco, el viento es brutal y empieza a llover. Cogemos dorsales, preparamos la transición, charlamos con los jueces para aclarar un par de cosas, y en seguida nos ponemos el neopreno. Hace frío, he dejado manguitos y chaquetilla en los boxes, que acierto. Vamos hacia la presilla del embalse y montamos la cámara, 16 filas de 10 triatletas. A la orden de los jueces nos tiramos al agua helada para ir a la boya de salida. La frente duele como cuando tomas algo frío con una pajita. Me centro, respiro hondo, esto es una pasada, poder nadar en sitios tan naturales es algo indescriptible. Y dan la salida. En seguida encuentro un ritmo cómodo, no quiero que me pase como en Talavera y salir cardiaco del agua. Nado cómodo y encuentro un buen sitio con un grupito que lidero a la derecha del todo. Sin darnos cuenta llegamos a la primera boya con sorpresa, aquí apenas cubre y hay que ponerse de pié, andamos unos metros como astronautas en la luna y otra vez de cabeza al agua. Cojo unos pies y me guío a la segunda boya. Entramos en una zona de algas asesinas, muy incómodo, arañan, casi parecen los tentáculos de un extraño monstruo que está en el fondo. Damos otra vuelta y al volver a sortear el monton de lodo pillo unos pies de nuevo de un tio que va a un ritmo como el mío, así que estos ultimos metros son una delicia. Salimos del agua, miro el reloj, 26 minutos, bien. El tiempo que quería y salgo con mejores sensaciones que en Talavera, corro a la transición quitándome el neopreno por el camino.

Sopla un viento brutal, amenaza lluvia, me decido por la chaquetilla, acierto de pleno. Salgo en la bici y en seguida cojo ritmo, al dar la vuelta en el primer cono aparece la realidad, esto es un puto huracán. Intento encontrar un desarrollo que no me vacíe pero que no me deje parado, llueve, graniza, su puta madre, esto es un infierno. A veces las ráfagas juegan contigo para intentar sacarte de la carretera, no voy muy pegado al arcén por si las moscas. Así van pasando los kilómetros, con tramos en llano donde hay que quitar el plato, literalmente, muy duro. Donde hay gente nos animan mucho, se agradece hasta el infinito. Son dos vueltas en  un circuito llano, con alguna cuesta, pero el viento cruzado es salvaje y está prohibido el drafting, no podemos coger rueda ni agruparnos, estamos solos contra la meteorología. El granizo y el agua helada me deja las manos y el cuerpo entumecid, voy empapado pero menos mal que llevo la chaquetilla. En el último giro de 180º se da una hostia tremenda uno del Trimad, paro un poco, le pregunto y me dice que está bien y que siga. Le digo que hay un coche de la organización a unos metros y sigo. Busco un desarrollo cómodo a pesar de que el cuerpo me pide darle más caña, hay que tener cabeza y todavía me falta fuerza en la bici. Llego a la transición, fuera chaquetilla, fuera todo, zapatillas y a correr. La bici sale a 27 Km/h de media, impensable hace un año y más en estas circustancias.

Duelen las piernas, el desgaste es claro y el frío ha pasado factura, aún así salgo a buen ritmo. Seguimos con un viento fuerte y nos sorprende una lluvia helada con algo de granizo corriendo. Sin embargo, la zona es preciosa, el tramo de carrera va por caminos con vegetación y es una pasada, la mayor parte por caminos fuera del pueblo. Son dos vueltas y media pasando por Juarros, zigzagueando entre calles donde cada lugareño te anima. En la segunda vuelta un juez me despista, me dice que entre a meta, le digo que no, me dice que si, me paro, tenía yo razón…joder, me cuesta un huevo ponerme de nuevo en marcha, me ha sacado de la carrera sin querer. Me centro en la técnica para poder meterme de nuevo pero voy muy cansado, como cuando en un maratón paras a andar y quieres volver a pillar el ritmo, imposible. Sufro, sufro mucho para no perder demasiado tiempo. Las ultimas rampas para subir a la meta parecen más grandes que la ultima vez. Braceo, braceo y braceo, si no hay piernas subo con mis cojones y los brazos, calle a la izquierda, calle a la derecha, la meta, choco la mano con Antonio y Jesús, y entro. Pleno y vacío, cuanto más vacío entro en una meta más pleno me siento. Volveré el año que viene, sin duda. Tres horas y tres minutos según mi Garmin, con un kilómetro y pico más de carrera a pié. Gracias amigos de Juarros de Voltoya por este triatlón tan estupendo J Próxima parada: ASTROMAD.

P.D: Mi dorsal era el 148, que no rima con chocho. Una pena porque entonces habría sido perfecto ;)