La de Juarros es una prueba con mucho sabor, de esas
competiciones que crecen por el boca-oreja, de las que no ves un mal comentario
en ningún foro y de las que vuelan los 160 dorsales en menos de un día. Yo
llevaba un par de semanas complicadas, por temas de curro y otras índoles, no
me había podido centrar en la competición como me gusta hacerlo. De hecho, el
jueves, no tenía ni puta gana de ir a Segovia para participar en un triatlón, a
pesar de ello nunca dudé en ir, no está en mi ADN doblar la rodilla a las
primeras de cambio. El viernes disfruté de una cena con un par de buenas amigas
y los peques, me relajé, dormí muy bien y el sábado volvieron las ganas. Tuve, además, una
charla telefónica con el Mister y me dijo algo que me terminó de animar: “a
veces cosas externas nos quitan las ganas de hacer lo que más nos gusta, pero
eso es momentáneo”. Dicho y hecho, el Triatlón es mi pasión, mi novia, disfruto
como un niño cuando lo practico. Salí para Juarros cargado de ilusión de nuevo
y volví feliz, cansado y con 24 euros menos por los peajes de la AP-6.
La prueba era por la tarde, así que dediqué la mañana del
sábado a preparar todo con mimo. Tomé una decisión muy acertada, los partes
meteorológicos de la zona eran entre malos y desastrosos, así que me llevé de
todo para ya decidir in situ. Entre el material iba una chaquetilla que fue
clave.

Sopla un viento brutal, amenaza lluvia, me decido por la
chaquetilla, acierto de pleno. Salgo en la bici y en seguida cojo ritmo, al dar
la vuelta en el primer cono aparece la realidad, esto es un puto huracán.
Intento encontrar un desarrollo que no me vacíe pero que no me deje parado,
llueve, graniza, su puta madre, esto es un infierno. A veces las ráfagas juegan
contigo para intentar sacarte de la carretera, no voy muy pegado al arcén por
si las moscas. Así van pasando los kilómetros, con tramos en llano donde hay
que quitar el plato, literalmente, muy duro. Donde hay gente nos animan mucho,
se agradece hasta el infinito. Son dos vueltas en un circuito llano, con alguna cuesta, pero el viento cruzado
es salvaje y está prohibido el drafting, no podemos coger rueda ni agruparnos,
estamos solos contra la meteorología. El granizo y el agua helada me deja las
manos y el cuerpo entumecid, voy empapado pero menos mal que llevo la
chaquetilla. En el último giro de 180º se da una hostia tremenda uno del
Trimad, paro un poco, le pregunto y me dice que está bien y que siga. Le digo
que hay un coche de la organización a unos metros y sigo. Busco un desarrollo
cómodo a pesar de que el cuerpo me pide darle más caña, hay que tener cabeza y
todavía me falta fuerza en la bici. Llego a la transición, fuera chaquetilla,
fuera todo, zapatillas y a correr. La bici sale a 27 Km/h de media, impensable
hace un año y más en estas circustancias.
Duelen las piernas, el desgaste es claro y el frío ha pasado
factura, aún así salgo a buen ritmo. Seguimos con un viento fuerte y nos
sorprende una lluvia helada con algo de granizo corriendo. Sin embargo, la zona
es preciosa, el tramo de carrera va por caminos con vegetación y es una pasada,
la mayor parte por caminos fuera del pueblo. Son dos vueltas y media pasando
por Juarros, zigzagueando entre calles donde cada lugareño te anima. En la
segunda vuelta un juez me despista, me dice que entre a meta, le digo que no,
me dice que si, me paro, tenía yo razón…joder, me cuesta un huevo ponerme de
nuevo en marcha, me ha sacado de la carrera sin querer. Me centro en la técnica
para poder meterme de nuevo pero voy muy cansado, como cuando en un maratón
paras a andar y quieres volver a pillar el ritmo, imposible. Sufro, sufro mucho
para no perder demasiado tiempo. Las ultimas rampas para subir a la meta
parecen más grandes que la ultima vez. Braceo, braceo y braceo, si no hay
piernas subo con mis cojones y los brazos, calle a la izquierda, calle a la
derecha, la meta, choco la mano con Antonio y Jesús, y entro. Pleno y vacío,
cuanto más vacío entro en una meta más pleno me siento. Volveré el año que
viene, sin duda. Tres horas y tres minutos según mi Garmin, con un kilómetro y
pico más de carrera a pié. Gracias amigos de Juarros de Voltoya por este
triatlón tan estupendo J Próxima parada: ASTROMAD.
P.D: Mi dorsal era el 148, que no rima con chocho. Una pena
porque entonces habría sido perfecto ;)
Me encantan tus crónicas, si es que dan ganas de ponerse el mono y hacer un triatlón! seguro que para el próximo tienes más suerte con el número de dorsal, jeje. Felicidades campeón, a seguir disfrutando así!!!!
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