lunes, 8 de septiembre de 2014

Fin de temporada.


Pues se terminó la temporada. Pensaba hacer algún triatlón más en septiembre pero al final no va a poder ser, los típicos líos de trabajo, familia, etc, me pedían soltar un poco el acelerador y así lo he hecho. Ahora me doy cuenta de que ha sido un acierto. La temporada ha ido muy bien, han sido 5 competiciones (1 sprint, 4 olímpicos) donde he aprendido mucho sobre este deporte tan fabuloso y sobre mí. La conclusión es que he llegado al comienzo de algo, me queda todavía muchísimo camino por recorrer, pero es cierto que he cogido un mínimo de forma física y mental, que hemos puesto los cimientos para poder seguir evolucionando.

La temporada ha estado cargada de pruebas duras, quizá tengo que poner más cabeza el año que viene a la hora de elegir los triatlones. Creo que no puedo hacer 4 olímpicos en una temporada, al menos concentrados prácticamente en dos meses como ha ocurrido. Para este mismo periodo sería bueno eliminar una competición y cambiar un olímpico por un sprint, es algo me parece más coherente. Otra cosa es que no veo el momento de hacer larga distancia porque no me llama la atención. Me tiene embobado la explosividad tan brutal del Sprint en una distancia que no es precisamente corta y la excelencia del Olímpico, donde tienes que hacerlo todo bien y la técnica cuenta muchísimo en los tres segmentos. Esta última me parece la más triatleta de las distancias que he probado. El Half no me llama mucho, al menos por ahora, no sé si esto cambiará más adelante. Creo que es una distancia más orientada a ciclistas que otra cosa la verdad. Ironman si es algo que quiero hacer aunque pienso que le faltan 2.000 metros de natación y es más equilibrada la distancia ITU de (4-120-30), pero tengo muchos elementos en mi vida a los que quiero prestar atención como para dedicarme 6 meses únicamente a trabajar, entrenar y dormir. Si algún día cuando esté mucho mas preparado cuadran los planetas lo haré, pero si no, pues no pasa nada. El momentazo de la temporada fué ese 2:30 en Astromad, donde todo salió a la perfección y pude dar todo lo que llevaba dentro :)


La temporada que viene estará marcada por una cosa, quiero correr un maratón. Hablo de correr no de terminar. Tengo una espina clavada con Mapoma y aunque no es el que mejor me cuadra por fechas y temas de trabajo creo que voy a ir a por el, necesito ir a por el. Lo he terminado dos veces arrastrándome, literalmente, andando una gran parte del recorrido y llegando hecho una puta mierda a la meta. Ya sé lo que es terminar, ahora quiero saber lo que es correrlo. Creo que en líneas generales, este año entrenaré más y competiré menos. Ya os iré contando. 

miércoles, 13 de agosto de 2014

III Triatlón Olímpico sin drafting de Aranda de Duero. Ante todo, humildad.



Como no me iba de Madrid hasta el 16 de agosto quisimos buscar un último triatlón para cerrar ya el periodo competitivo de este año. Me informé bien sobre Aranda y en seguida me decidí por el. Triatlón organizado por un club, apenas 160 dorsales, mucho nivel entre participantes y buenos recorridos. Cada vez me gustan más este tipo de pruebas. Antes que nada quiero agradecer a la organización la prueba tan magnífica que nos ofrecieron.

Según llego me siento un poco pez fuera del agua, la gente está terriblemente fina, hay triatletas de toda España y alguno tiene nivel internacional. Mas de la mitad de las bicis son cabras, algunas de ellas de mucho dinero y montadas por gente que tiene mucha calidad. Como siempre, no me acongojo y no dejo de prestar atención para aprender todo lo que puedo. Como siempre aparece el buen rollo, las conversaciones, los consejos, ya se que me repito pero el ambiente de un Box es fantástico. Cuando lo tengo todo montado y controlado me acerco al agua, corriente fuerte y el agua más turbia que he visto nunca. El circuito es a dos vueltas, teniendo que pasar entre los ojos de un puente de piedra remontando el Duero, esto haría que varios triatletas decidiesen no dar la segunda vuelta y abandonasen en la natación. Lo que da una idea de lo que fue el agua.

Caliento un poco, estiro, me pongo las gafas. Atendemos en silencio a las instrucciones de los oficiales de la Federación y nos metemos al rio, el neopreno está prohibido por estar el agua a 22 grados clavados. La corriente es mas fuerte de lo que parece desde fuera, mucho mas fuerte, y es el agua con menos visibilidad en la que me he metido de largo. Como el neopreno está prohibido hay que tirar de técnica para sacar adelante este segmento. Nos agrupamos debajo del puente y dan la salida que es muy salvaje, como puso Sergio Moreno en Twitter: “Éramos pocos pero con mala leche. No he recibido más golpes en mi vida”. Coincido totalmente con el comentario, jamás me han dado tanta estopa en el agua, ya me voy enterando de por qué me dijeron que era un triatlón duro. Al girar la boya para remontar contracorriente,  el Duero aparece en toda su magnitud. Tenemos el sol de frente, por lo que es difícil orientarse, me intento pegar lo que puedo a la orilla donde la corriente suele ser menos fuerte pero he cometido un error, giré la boya demasiado cerrado y no puedo pegarme a la ribera porque está plagada compañeros, además, seguimos a hostia limpia. Cuanto más nos vamos acercando al puente de piedra más fuerte es la corriente, pura física, si el agua tiene menos espacio para pasar se acelera por la compresión. De vez en cuando el sol nos deja ver el ojo por el que tenemos que girar, parece un gigante que está sacando la cabeza del agua, nos mira y se ríe, apenas avanzamos. Veo gente muy agobiada a mi lado, yo intento centrarme en nadar y que no me afecte, entonces me doy cuenta de que por primera vez estoy pasandolo mal en el agua. Me voy acercando poco a poco al puente y cada vez es más difícil, parece que no te mueves, la cabeza da malas pasadas, trago agua, trago mucho agua, y por fin consigo doblar el pilar. Pero no hay descanso, voy mal de tiempo, hago un cálculo rápido y me doy cuenta de que corre peligro pasar el corte que está en 45´, así que me lanzo río abajo sacando toda la velocidad que puedo. No entraba esto en mis planes, mi segmento, el que mejor hago y me puedo quedar fuera. Llego a la boya y esta vez giro bien, me pego a la orilla lo que puedo y sin mirar hacia delante me voy guiando por la propia orilla, me raspo con alguna raiz pero sigo sin descentrarme. De nuevo me enfrento al puente, voy cansado, me centro esta vez en controlar la respiración y meter bien los brazos, pero estoy bastante sofocado y me cuesta mantener la postura correcta. Parece que no avanzo, esta vez no me agobio y controlo a mi mente, saco fuerzas y corrijo la postura, meto bien los brazos, agarro bien el agua, respiro bien y entonces consigo girar y lanzarme a la salida del agua. No, miento, no me lanzo, llego a braza, lo que os puede dar una idea de lo que ha sido esta natación. Salgo en 40´del agua, a solo 5´de quedarme fuera de competición. Quedan bastantes bicis, me sorprende, hago una T1 tranquila y a rodar.

Me monto en mi Imperiosa y voy cogiendo velocidad, según salgo de Aranda aparece el protagonista de este segmento, un fortísimo viento cruzado. Si del agua salía cansado toma dos tazas. Eso sí, el circuito es precioso y la organización soberbia. Intento llevar siempre cadencia e ir solventando los diferentes toboganes que nos vamos encontrando. La cosa es así, tobogán para arriba que va ganando en pendiente, coronas, bajas y un poco de llano, repetír N veces y tienes el 75% de la bici del Triatlón de Aranda. No está permitido el drafting, así que no podemos ir a rueda y estamos cada uno contra el viento, bueno, cada uno no. Quiero denunciar desde este blog que me adelantó una grupeta, si, 4 tios relevandose aprovechando que no había jueces hasta más adelante. Yo estas cosas, francamente, no las entiendo. Pero de eso hablaré en otra entrada. Yo me centro en cumplir la normativa y punto, les dejo irse. A pesar de que intento llevar una buena cadencia la bici se va haciendo muy dura, apenas hay sitios en los que puedas lanzarte y mantener la velocidad rodando y prácticamente siempre hay que ir dando pedales haciendo fuerza. También hay rachas de viento que te desestabilizan, luego me enteré de un par de caídas y uno terminó en el hospital, así que con los perfiles de 50 tenía que ir agarrando muy fuerte al manillar. Poco a poco noto como el aire va haciendo mella, llegamos a una zona de viñedos donde vamos encadenando subidas entre pueblos, rampas no muy largas pero que rondan el 5-6% más o menos. En una de ellas voy tan jodido que tengo que meter el 28, el viento me ha dejado casi parado y voy cargado de hombros por la natación, cuesta levantarse y bailar la bici. Los últimos km sufro un poco pero no sale mala media, el Garmin me da casi 28 Km/h lo que está bastante bien para mi nivel. Transición rápida y a correr, y a sufrir.

El circuito es duro, muy al estilo del JCI de hace unas semanas, en este tenemos que pasar además 4 veces por la típica pasarela de río que hay que subir haciendo zig-zag con mucho desnivel. Enseguida Aranda me enseña sus dientes, arranco a menos de 5 min el km pero la pasarela es un mazazo, al igual que hace unas semanas no puedo mantener un ritmo, lo tengo que ir rompiendo de forma permanente. Los organizadores debían de ser conscientes de la dureza porque nunca he visto tanto avituallamiento junto. Salimos por campo con rampas, saltos, tramos de acera, bajadas criminales, subidas criminales, la puta pasarela. Voy alrededor de 5 y cada vez más lento, el pulso y mis sensaciones indican que lo estoy dando todo. Entonces la cabeza me juega una muy mala pasada, me pego contra el muro, el muro del maratón, el mismo, las mismas sensaciones. Ya lo conozco y sé lo que es. Todo mi cuerpo me dice que abandone, mi mente me grita que me pare, creo que voy el último o casi el último, no hay nadie a mi alrededor, estoy yo solo. No puedo buscar la mirada cómplice de otro triatleta, seguir las pisadas de alguien. Pero que coño, no he llegado hasta aquí para rendirme, quedan “solo” 4 km hasta meta. Tal y como me ha enseñado Miguel intento borrarlo todo de mi mente, me centro en la técnica, pienso en los metatarsos, en levantar bien las rodillas, realmente no consigo pisar bien porque estoy muerto pero me distraigo lo suficiente como para abandonar al tío del mazo. No se el tiempo que dura este pozo pero se me hace eterno, consigo salir de el y dejo de mirar al suelo para mirar al frente. Eso me ha enseñado la vida, si estás mal mira al frente y no te detengas, sigue avanzando. Encuentro el ritmo que puedo llevar, paso de mirar el pulso y me centro en cada zancada, y llego, y me paro, y me pongo de rodillas. No hay sprint al final ni nada que se le parezca, no puedo dar un paso más. Poco más de 53 minutos para 10.800 de carrera. 3:04 al final saboreando las mieles de este deporte y esta distancia entrando casi el último.

 La temporada llega a su fin y aunque satisfecho, me queda muchísimo por aprender y mejorar. Ganas no me faltan. Seguiré viniendo a este tipo de pruebas, te recuerdan lo que eres, tu nivel real, te devuelven al mundo y te dan una cura de humildad tremenda. Hay que seguir trabajando poco a poco, me queda mucho camino que recorrer pero estoy embarcado en un precioso viaje. O al menos, así lo siento.

miércoles, 30 de julio de 2014

Trofeo San Lorenzo. La más entrañable.



Esta carrera tiene un sabor familiar que no tiene otra, al menos para los atletas madrileños. Somos una gran familia la que hemos ido formando a lo largo de los años, este es un deporte que une mucho, que crea una gran complicidad, francamente desconozco el motivo pero es así. Por lo general, cuando llega el Trofeo San Lorenzo ya todo el mundo ha completado sus retos de la temporada o está empezando otros nuevos, la mayoría de nosotros estamos además a punto de irnos de vacaciones así que es un sitio perfecto para ver a toda la familia corredora y disfrutar del compañerismo. El año pasado no pude ir porque tenía el Triatlón de Riaza pero este me apetecía, además iban a ir casi todas las cabras y apetecía ver a la manada.

Justo el domingo anterior había tenido el Triatlón JCI y aunque pensaba que estaba recuperado no era así, me doy cuenta cada vez más de que me afecta al rendimiento deportivo los nervios en el trabajo. Afortunadamente no los tengo a menudo ni en periodos largos, pero es así y hay que aprender a modular esas emociones. Esto sumado al cansancio de la competición hizo que no estuviese fino.

Al llegar me encuentro en seguida con mis Caprus y vamos saludando a muchos  amiguetes por todos lados, me alegro mucho de ver a mucha gente, el ambiente es de hermandad, relax y buen rollo en general, es imposible dar un paso sin encontrarse a algún conocido. Calentamos y enseguida dan la salida. Qué decir de la carrera, pues que tiene un recorrido castizo y precioso, imprescindible el paso por el Palacio Real y el ir callejeando por al Madrid de los Austrias para terminar cruzando Sol. Mis sensaciones no fueron buenas, iba algo sofocado y sufriendo más de lo habitual, me costaba mantener el ritmo que tenía que seguir con Rafa y Miguel. Lo que pasa es que estas sensaciones las habría tenido muy por encima de 5´no hace mucho y ahora están por debajo de 5´. La mejora es muy palpable, síntoma de que estamos trabajando en la buena dirección y sin prisas, haciando una muy buena base de la que empiezo a notar sus beneficios.

Hacia el final el cuerpo me deja de responder, me avisa Miguel que no me quede rígido, que mueva los brazos, pero es imposible. Este día no hay más, ni esta el cuerpo ni está la mente. Otras veces me concentro, me centro en la técnica y me meto en carrera, pero hoy es imposible. Me vengo abajo en la última cuesta para entrar en Argumosa pero me recupero un poco al subir más despacio, entonces no se como consigo encontrar algo de pólvora y hago los últimos metros al sprint entrando muy fuerte en meta. Supongo que el cerebro ya entendió que no quedaba mucho y me dio un respiro. Entré francamente cansado a meta y me costó recuperarme unos minutos. Después de esto, cervezas y risas con los Caprus en el bar de los padres de Eugenio, el Viriato en la calle Ave María, muy recomendable. Al ir hacia el tren para volver a casa me llama nuestra Bei, que está por la zona y me hace una ilusión bárbara verla, hace ya mucho que no coincidimos. Por el camino me voy encontrando con mucha gente que no había visto en la salida así que me voy feliz de allí.

No ha sido mi mejor carrera, ni en broma, pero si que estoy cada vez más rápido. No estar fino en el TSL ha supuesto hacerlo en 47:46, si hace un año digo que ese tiempo es no tener buenas sensaciones me tomo por loco yo mismo. El trabajo bien hecho trae sus frutos y uno es poder correr a esos ritmos, que por cierto, son muy adictivos. Lo mejor quizá es lo no deportivo, el pasar una mañana super agradable con mi gente de Caprus y ver a todos los amigos de esta gran familia. Si vives en Madrid y no conoces esta carrera, mereces morir. Me quedo con muy buen sabor de boca para la próxima cita, el Triatlón Olímpico de Aranda.

Fotos robadas a Miguel Rodriguez y la pomponera mayor del Reino, Mapi (Ayelen Sekmet).

martes, 22 de julio de 2014

IV Triatlón Juan Carlos I. Tan cerca y tan duro.

El Triatlón Juan Carlos I ha vuelto a hacerse este año, como no podía ir a Riaza justo al siguiente fin de semana me venía perfecto para cambiar una competición por otra. Este año, la novedad, es que habían incluido distancia Olímpica (la que me gusta) con circuitos renovados. Me llamaba la atención nadar en esa ría, me habían avisado que era un lodazal y estaba llena de mierda, pero yo es que soy así, cuanto más bizarro sea el sitio pues mejor. Luego resultó que el agua no era más asquerosa que la de otros sitios, lo vi en la línea de la CdC, el Tajo en Talavera, el embalse de Juarros, etc. Alguno comentó que había más agua que en la última edición y que lo habían limpiado, que la diferencia era enorme.

Como siempre allí llegue muy pronto, a las 7:30 se repartían dorsales y a las 7:30 lo recogí. Enseguida me encontré con Javi y Yolanda a la que desvirtualizo, charlo un rato con ellos y me voy a pasar el control de material. Ya veo que la gente del olímpico está muy fina y es que apenas somos 100 participantes, hay nivel, en el Sprint hay de todo un poco. Muchas risas, solidaridad, consejos, el buen ambiente sigue imperando en este deporte. No sé por qué leo de vez en cuando en foros, Facebook y demás, que los triatletas somos unos chulos, etc. Francamente no lo entiendo, y animo al que quiera a pasar por unos boxes para que vea la solidaridad y el buen rollo que hay. Según estoy montando me llama Miguel, han llegado varios compis del club para animarme, uno de esos detalles que se agradecen hasta el infinito. Qué grande es mi club Atletismo Caprus, pocos sitios he visto con tanta calidad humana.  
Con todo montado ya y el tritraje ajustado vamos dando un paseíto hasta la zona de salida que está a 10 minutos andando, hace algo de viento y buena temperatura. Nos encontramos con Almu que esta trotando por la zona también. Nos tiramos varios al agua para calentar y es entonces cuando veo que es más o menos lo de otros sitios, me recuerda mucho al agua de la Casa de Campo la verdad. En seguida los jueces nos llaman a colocarnos detrás de una cuerda, nos dan las últimas instrucciones y al toque de bocina se desata un terrible maremoto.

Arranco a nadar y ocurre algo curioso. La ría no es muy profunda, cubre por el pecho, supongo que el oleaje que generamos choca con el fondo y lo amplifica, parece que estamos nadando en un mar embravecido con Neptuno intentando ahogarnos. La sensación es que el agua te chupa, que el culo se hunde, que la ría te succiona, cuesta nadar. Además, llueven hostias por todos lados, esto es lo de menos porque todos estamos acostumbrados, no hay malos rollos ni recriminaciones. Es imposible seguir pies, imposible orientarse bien, voy por instinto siguiendo al grupo en el que estoy metido. 100 guerreros luchando contra el agua, castigándola a base de golpes como si nos fuese la vida en ello. Creo que nos comportamos como hacen los bancos de peces girando al unísono, se me cruzan compañeros por todos lados, me agarran de los pies, de las manos, de la cabeza, intento no pensar y concentrarme en la técnica, aunque cuesta. Poco a poco la cosa se estira y al pasar la primera boya de giro, a unos 800 metros, ya puedo nadar más a gusto. Encuentro el ritmo adecuado, respirando bien, agarrando agua pero sin vaciarme. Salgo bien, perfecto para pillar un buen grupo, transición rápida y a rodar. 30´en el agua.

Voy con poco desarrollo para ir activando piernas por un tramo de enlace hasta el circuito al que hay que dar cuatro vueltas, en seguida me doy cuenta de que va a ser duro. El recorrido es muy revirado, está lleno de giros de 90 y 180 grados, glorietas, badenes, rampas, subidas y bajadas en curva, tremendo. Creo que no llevé ni un minuto el mismo desarrollo, hay que estar jugando con el cambio continuamente, levantándose de la bici continuamente, agarrando bien el manillar continuamente, y estando muy atento a todo. No se hacen grupetas, es imposible, lo intentamos alguna vez pero es peligroso, la prueba termina convirtiéndose en un Olímpico sin drafting en el que ves que los que lo llevan no hacen uso del acople, es que no da tiempo a hacerlo. Aprovecho para ir comiendo una barrita en trocitos e hidratarme bien. Cuando se nos juntan los del Sprint se vuelve más jorobado el tema porque hay mucho MTB de por medio. La verdad es que no tengo ningún susto ni nada por el estilo, pero sí que voy muy alerta, adelantando gente con mucho espacio y esos detalles. Poco a poco voy completando el circuito a mi rollo, intentado ir todo lo deprisa que puedo pero sin darlo todo, que luego hay que correr. Busco un desarrollo cómodo en el tramo de enlace y entro a boxes, la bici en 1:38.

Hago otra transición mecanizada, salgo ligero de los boxes y me centro en alargar la zancada, en la técnica. El ritmo es alto, voy a 4:40 más o menos pero dura poco. Enseguida el circuito se muestra como es, duro. Igual que en la bici rampas que te rompen el ritmo, giros de 90º, me recuerda mucho al típico circuito de cross. Me guio por sensaciones y tiro de toda la técnica que he aprendido en Caprus. Braceando para subir, buscando el segundo aliento en las subidas,  y a cada paso por meta la gente de mi club animando que me da alas. Al completar la primera ya voy metido en mi mundo, en el nivel de sufrimiento que me gusta, me tomo un gel con cafeína y a concentrarse y seguir. Me voy marcando objetivos, veo gente que llevo delante y me centro en irlos pillando poco a poco. Me encuentro muy cómodo, sufriendo pero cómodo. Me veo con energía, con una zancada ágil, con buenas sensaciones en un circuito que no te deja respiro. Igual que en la bici, el tema es que no tienes prácticamente descanso y no puedes ir tan en automático como en un circuito más lineal. En la última cuesta cazo al último que podía pillar y aprieto para que no me adelante, consigo ese punto en el que puedo ir dándolo todo sin enterarme de lo que ocurre en el mundo exterior. Satisfacción total al cruzar la meta, 3:02 que están muy lejos de los 2:30 de Astromad pero que me han sabido igual de bien, la carrera la hago en 53 minutos. En el triatlón influyen muchas cosas, por eso no hay tanta marquitis como en otros deportes. Me quedo con muy buen sabor de boca para Aranda de Duero el 10 de Agosto porque este no ha sido un triatlón fácil.


Me ha parecido una prueba dura pero muy recomendable, un triatlón a menos de 10 minutos en coche de mi casa donde probarte bien. La natación me ha encantado, el ir avanzando por la ría y que la gente pueda seguirte por los lados y los puentes me ha gustado mucho. La bici bastante técnica, creo que es el calificativo más adecuado, no había grandes subidas ni nada parecido pero no había tregua. Y un circuito a pié que no te dejaba un segundo de respiro, con un recorrido similar al de un cross. Volveré, sin duda. 



Fotos robadas a Miguel Rodriguez, gracias! :)

domingo, 22 de junio de 2014

Crónica de Astromad Olímpico, el mejor triatlón que he hecho nunca.


Era una prueba a la que le tenía muchas ganas, el año pasado no pude ir porque un gran amigo se casaba así que se me quedó pendiente. La zona me gusta, Manzanares es un pueblo precioso y La Pedriza una zona muy recurrente en mi club, los Caprus vamos mucho y le tenemos un especial cariño. Por esto y mil razones más, Astromad era un triatlón que me apetecía mucho. Salió redondo, pude desplegar todo lo que he ido aprendiendo a través del Mister y de mis compañeros de club, terminé con la sensación de que había competido como se tiene que competir en este tipo de pruebas. Hacer una buena natación sin vaciarse, para coger un buen grupo de bici, y darlo todo en la carrera a pié. Y así fue.

Llegué a Manzanares a eso de las 7:15, ya había mucha gente por allí y el ambiente era genial. Temperatura perfecta, nada de viento, un parking enorme al lado de los boxes. Fantástico. En seguida cojo todos los bártulos y me voy a la cola, aparece Almu también y la cuelo, claro. Me alegra ver que uno de los jueces es mi amigo Javi de Leganés, con quien he rodado varias veces por la Casa de Campo, le doy un abrazo, soltamos un par de bromas y para adentro. Tranquiliza y reconforta encontrar una cara amiga. Llego a mi puesto y me lío a montarlo todo con mucho mimo, el triatlón es el deporte de los detallitos, una pequeña chorrada puede dejarte fuera de competición. En seguida dicen por megafonía que el neopreno está permitido y nos van repitiendo una y otra vez todas las instrucciones necesarias, las vueltas que hay que dar a cada circuito, etc. El tiempo pasa volando y llega la hora de ponerse el neopreno, formamos todos los triatletas enfrente de nuestra posición y cuando los jueces validan todo nos vamos hacia el agua.

La temperatura es buena, el embalse está tranquilo, esto es precioso. Nos colocamos con orden y entonces, al toque de bocina, la tranquilidad desaparece para dar paso al caos más absoluto. Salimos todos con ansia a por la primera boya, hay una diferencia muy sustancial entre esta distancia y el Half, aquí la natación tiene mucho más peso, así que no hay piedad en el agua. Me llueven hostias por todos los lados, me hunden, me da igual yo sigo a lo mío. Respiro cuando puedo, nado cuando puedo y paro cuando tengo que hacerlo. Tardo mucho en encontrar un hueco y poder desplegar bien la técnica de nado. Hasta que no llevamos unos 500 metros no puedo pillar pies y entonces empiezo a acelerar. Es curioso como a pesar de todo el bombardeo que tienes alrededor la punta de tus dedos te indican donde está el tipo al que sigues, en lo oscuro del agua, como en un agujero negro, sabes que está ahí pero no puedes verle y sin embargo te guía. Nado muy fluido hasta las boyas de giro y se vuelve a liar, queremos pasar todos por el mismo sitio, vuelven a llover palos, no hay quejas, no hay reproches, es parte del juego, me llevo incluso una hostia en toda la cara. Me da igual, hay que seguir y hay que apretar. Al girar el grupo se despliega y ya puedo nadar bien, me centro en la técnica, en agarrar agua, adelanto gente, me siento bien. Llego a la orilla y salgo, 30:00 clavados, miro al embalse y queda mucha gente. Ha sido la natación más dura que he hecho nunca. Aún así,  salgo concentrado y corro por la moqueta buscando a mi Imperiosa. Fuera gafas, cremallera arriba, un brazo, el otro, me quito el gorro. Hago una transición  rápida y me monto con buenas sensaciones. 

En seguida meto el plato y me lanzo a pilar una rueda, hacemos un grupo 5 triatletas y empezamos a relevarnos. En un par de minutos somos unos 12. Vamos rápido, muy rápido. En seguida armamos relevos y volamos, literalmente. Nadie se queda chupando rueda, todos colaboramos, todos nos señalamos obstáculos, nos hablamos, tiramos como un único ser. De repente todo lo que me ha enseñado el Mister y los Caprus cobra sentido, el grupo se mueve como una unidad, casi parece mi grupeta. Me parece que a mi lado van Miguel, Rafa, Alberto, Raúl, Rubén, Fernando, me muevo muy a gusto. No me olvido de alimentarme, voy comiendo barrita y bebiendo del bidón. Se nos une la primera mujer, ha visto que el grupo funciona y entra con nosotros, nos aplauden cada vez que pasamos por la glorieta, me emociono. El entendimiento es total. No hay ningún kilómetro de bici a menos de 30 Km/h, disfruto como un enano, casi me siento Purito o Contador cuando van en un grupo escapados y lo ves por la tele. Damos el último giro de 180º y nos lanzamos a por los boxes, saco los pies, me preparo, me levanto, salto de la bici como me gusta, me caigo, duele, me levanto y entro en boxes. Corro a mi puesto, duele el pié, miro el dedo y tengo una uña partida, me la arranco con la mano, no me va a parar ahora una uña. Me calzo, y salgo corriendo.

No pienso en lo que ha ocurrido, este es uno de los riesgos al entrar en boxes. Frené mucho para no comerme a uno que se había parado en seco de repente, pero no controlé bien la bici. Me concentro y sigo, poco a poco las piernas empiezan a funcionar y puedo ir alargando la zancada, paso gente, tomo un gel con cafeína y me concentro. Estoy fuerte, rápidamente encuentro ese esfuerzo sub máximo en el que me encuentro tan a gusto, las series, el trabajo anaeróbico que llevo, se nota y mucho. Hago el segundo giro y animo a Almu que está terminando con la bici, no se si hace calor, no se si voy cansado, no se nada, solo se que tengo que tengo que seguir adelante y aislarme del mundo. Pego el último giro, cojo la segunda pulsera y entonces me doy cuenta de que llevo mucha gente detrás, pero mucha, esto no es normal. Me da un subidón brutal, adelanto y adelanto cadáveres, estoy fuerte, acelero y van subiendo pulsaciones, boqueo y trato de tragar todo el aire del mundo, y sigo. Paso la glorieta y bajamos por debajo de un puente, una pequeña escalera, la entrada a meta, aprieto dientes, sprinto, la gente aplaude, o me lo imagino, o aplaude a otro, me siento Dios en ese momento, cruzo el arco extendiendo los brazos porque he ganado, me he ganado, veo el reloj: 2:30….no me lo puedo creer, esto es imposible, no era consciente de que iba tan bien en tiempo, me ha salido en 46´ la carrera final, nunca he hecho un 10K tan rápido . Se me cae una lágrima, otra, encuentro caras de comprensión entre otros triatletas. Me abrazo a un par de compañeros de grupo, encuentro viejos conocidos de otras competiciones con los que charlo e intercambio opiniones y disfrutamos de un espectacular avituallamiento final. Ha sido increíble, ha salido perfecto.

Ahora toca poner de nuevo los pies en la tierra, seguir trabajando con humildad y disciplina, desde la base. Seguir construyendo la casa desde los cimientos. Próxima parada, Triatlón de Alcázar de San Juan.

martes, 10 de junio de 2014

La pisada y la madre que la parió.

Si antes de empezar a correr alguien me dijese eso de: ¿tú eres pronador?, le habría respondido sin duda que yo soy del Atleti.  Lo que voy a contar aquí es MI experiencia en el mundo del atletismo popular, solo eso. La visión de un hiperpronador, con una dismetría de casi 1 centímetro en la cadera y el pié cavo. Lo que viene a ser un puto desastre.

Cuando empecé a correr lo hice con unas zapatillas neutras, que no sabía que eran neutras, de hecho no sabía que existían diferentes tipos de zapatillas. Ya sabéis lo que es arrancar en esto, empiezas a recibir un bombardeo de información entre el que hay mucho mensaje de marketing. Descubres que eres pronador y las revistas especializadas, los foros, etc, te dicen que te hagas plantillas. La cosa es que ya te has lesionado un par de veces, aparte de que me dolían muchas cosas y había también molestias recurrentes. No era consciente, pero talonaba mucho.  

Y en todo esto te taladran que hay que solucionarlo a base de comprar. Super zapatillas que te lo arreglan todo, plantillas que son la tabla de salvación a todos tus problemas, podólogos deportivos, etc. En esto te dicen que no tiene nada que ver la técnica, la fuerza, entrenar correctamente, y tantas otras cosas. No, la culpa es únicamente de tu cuerpo que es imperfecto y te voy a vender la solución. Vivimos en un mundo donde todo se compra y solo nos vale lo inmediato.
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 Es entonces cuando vas a ver a un podólogo deportivo y descubres que eres una especie de deforme o similar. Evidentemente, no te dicen que no necesitas plantillas, que pruebes a hacer ejercicios de técnica, que visites el gimnasio o que te busques asesoramiento a través de un entrenador. No, te soplan 300 euros y te dan unas plantillas que te cambian los dolores de sitio. A mí, tras varios retoques, no me sirvieron. Y eso que fui a ver al que se supone que es el mejor en esto. De ahí pasé a utilizar zapatillas-tanque, aquellas destinadas a los mega pronadores. Un par de ladrillos, literalmente. Con esto es con lo que menos me lesionaba, aunque seguía pasando. Incluso cuando ya me metí en el triatlón.

Fue entonces cuando di con gente que sabe de verdad, DE VERDAD. De golpe y porrazo aparecen dos cosas de las que habías oído alguna vez, pero tampoco tenía mucha constancia. La técnica y la fuerza. Anda, pero si resulta que correr no es poner un pié delante de otro, que descubrimiento. Te empiezan a hablar de posición de brazos, de tronco, de pisadas reactivas, ejercicios de técnica, ejercicios de fuerza y demás. Entonces te vas dando cuenta de que ya no pisas tanto de talón, algo está cambiando, te notas más fluido y un largo etcétera de sensaciones. Esto, en mi caso, ha derivado en que ahora entro de metatarso y no de talón, y la diferencia es muy grande. De hecho es demasiado grande. Es cierto que pasé un periodo donde se me cargó la musculatura y caí en una pequeña inflamación de la cintilla (lesión recurrente en mí) cuando empecé con la técnica de carrera, pero fue en la pierna derecha en vez de la izquierda, que es la que me daba por culo, imagino que se debió a que el cuerpo se estaba adaptando y recomponiendo al cambio. Me recuperé mucho más rápido de lo habitual y enseguida pude meter un volumen interesante de kilómetros de nuevo.

Llevo más de un año con la pisada cambiada y con los ejercicios de fuerza incorporados en mi rutina, también teniendo muy claro como tengo que pisar, aunque ya me sale de dentro la verdad. He pasado de usar zapatillas como ladrillos a otras mucho más ligeras, incluso puedo usar voladoras. Aun así, me gusta que estas no sean neutras, tener una doble densidad o similar ayuda a un hiperpronador como yo cuando aparece el cansancio y pierdo eficiencia. Estoy muy contento con esta forma de pisar, las piernas se cargan muchísimo menos, se gasta menos energía (soy más eficiente) y encima voy más rápido con menos esfuerzo. En triatlón, que es mi deporte, una pisada así es clave. Nos bajamos de la bici muy cansados y una pisada eficiente es un tesoro.

¿Qué pasa con esto? Muy fácil, terminas comprando zapatillas más baratas, de gama más baja, incluso compras menos zapatillas. En lo que a las plantillas se refiere ya ni os cuento. ¿Esto interesa? Pues francamente, en absoluto. Va en contra del mercado, así de claro. Merece la pena acercarse a gente que os puede ayudar con todo esto, de verdad, y huid de la mercadotécnica. El trabajo bien hecho, la paciencia, no hay nada más biomecánico que el trabajo día a día y la visión a largo plazo. Y muy importante, aprender. Que a veces se nos olvida esto último.


Como siempre, no olvidéis que esto es la opinión de alguien que no es nadie. Es solo mi experiencia, lo que me ha ocurrido a mí y lo que yo he aprendido. No tiene porque valerle ni gustarle a nadie más. Ni pretendo sentar cátedra ni nada parecido J

domingo, 1 de junio de 2014

III Triatlón Olímpico sin Drafting Juarros de Voltoya


La de Juarros es una prueba con mucho sabor, de esas competiciones que crecen por el boca-oreja, de las que no ves un mal comentario en ningún foro y de las que vuelan los 160 dorsales en menos de un día. Yo llevaba un par de semanas complicadas, por temas de curro y otras índoles, no me había podido centrar en la competición como me gusta hacerlo. De hecho, el jueves, no tenía ni puta gana de ir a Segovia para participar en un triatlón, a pesar de ello nunca dudé en ir, no está en mi ADN doblar la rodilla a las primeras de cambio. El viernes disfruté de una cena con un par de buenas amigas y los peques, me relajé, dormí muy bien y el sábado volvieron las ganas. Tuve, además, una charla telefónica con el Mister y me dijo algo que me terminó de animar: “a veces cosas externas nos quitan las ganas de hacer lo que más nos gusta, pero eso es momentáneo”. Dicho y hecho, el Triatlón es mi pasión, mi novia, disfruto como un niño cuando lo practico. Salí para Juarros cargado de ilusión de nuevo y volví feliz, cansado y con 24 euros menos por los peajes de la AP-6.

La prueba era por la tarde, así que dediqué la mañana del sábado a preparar todo con mimo. Tomé una decisión muy acertada, los partes meteorológicos de la zona eran entre malos y desastrosos, así que me llevé de todo para ya decidir in situ. Entre el material iba una chaquetilla que fue clave.

Llegué a Juarros y en seguida me encontré con amigos, Almu, Antonio, Jesús y su mujer (los conocí el sábado pero ya se sabe lo que tiene esto, como si los conociese de siempre), Concha, etc. Ya no tengo tensión, estoy ansioso por empezar, llevo una sonrisa de oreja a oreja. Me paseo para observar bien el embalse, como me dijo Berri es un charco grande, pero el entrono es muy bonito. La meteorología empieza a acojonarme un poco, el viento es brutal y empieza a llover. Cogemos dorsales, preparamos la transición, charlamos con los jueces para aclarar un par de cosas, y en seguida nos ponemos el neopreno. Hace frío, he dejado manguitos y chaquetilla en los boxes, que acierto. Vamos hacia la presilla del embalse y montamos la cámara, 16 filas de 10 triatletas. A la orden de los jueces nos tiramos al agua helada para ir a la boya de salida. La frente duele como cuando tomas algo frío con una pajita. Me centro, respiro hondo, esto es una pasada, poder nadar en sitios tan naturales es algo indescriptible. Y dan la salida. En seguida encuentro un ritmo cómodo, no quiero que me pase como en Talavera y salir cardiaco del agua. Nado cómodo y encuentro un buen sitio con un grupito que lidero a la derecha del todo. Sin darnos cuenta llegamos a la primera boya con sorpresa, aquí apenas cubre y hay que ponerse de pié, andamos unos metros como astronautas en la luna y otra vez de cabeza al agua. Cojo unos pies y me guío a la segunda boya. Entramos en una zona de algas asesinas, muy incómodo, arañan, casi parecen los tentáculos de un extraño monstruo que está en el fondo. Damos otra vuelta y al volver a sortear el monton de lodo pillo unos pies de nuevo de un tio que va a un ritmo como el mío, así que estos ultimos metros son una delicia. Salimos del agua, miro el reloj, 26 minutos, bien. El tiempo que quería y salgo con mejores sensaciones que en Talavera, corro a la transición quitándome el neopreno por el camino.

Sopla un viento brutal, amenaza lluvia, me decido por la chaquetilla, acierto de pleno. Salgo en la bici y en seguida cojo ritmo, al dar la vuelta en el primer cono aparece la realidad, esto es un puto huracán. Intento encontrar un desarrollo que no me vacíe pero que no me deje parado, llueve, graniza, su puta madre, esto es un infierno. A veces las ráfagas juegan contigo para intentar sacarte de la carretera, no voy muy pegado al arcén por si las moscas. Así van pasando los kilómetros, con tramos en llano donde hay que quitar el plato, literalmente, muy duro. Donde hay gente nos animan mucho, se agradece hasta el infinito. Son dos vueltas en  un circuito llano, con alguna cuesta, pero el viento cruzado es salvaje y está prohibido el drafting, no podemos coger rueda ni agruparnos, estamos solos contra la meteorología. El granizo y el agua helada me deja las manos y el cuerpo entumecid, voy empapado pero menos mal que llevo la chaquetilla. En el último giro de 180º se da una hostia tremenda uno del Trimad, paro un poco, le pregunto y me dice que está bien y que siga. Le digo que hay un coche de la organización a unos metros y sigo. Busco un desarrollo cómodo a pesar de que el cuerpo me pide darle más caña, hay que tener cabeza y todavía me falta fuerza en la bici. Llego a la transición, fuera chaquetilla, fuera todo, zapatillas y a correr. La bici sale a 27 Km/h de media, impensable hace un año y más en estas circustancias.

Duelen las piernas, el desgaste es claro y el frío ha pasado factura, aún así salgo a buen ritmo. Seguimos con un viento fuerte y nos sorprende una lluvia helada con algo de granizo corriendo. Sin embargo, la zona es preciosa, el tramo de carrera va por caminos con vegetación y es una pasada, la mayor parte por caminos fuera del pueblo. Son dos vueltas y media pasando por Juarros, zigzagueando entre calles donde cada lugareño te anima. En la segunda vuelta un juez me despista, me dice que entre a meta, le digo que no, me dice que si, me paro, tenía yo razón…joder, me cuesta un huevo ponerme de nuevo en marcha, me ha sacado de la carrera sin querer. Me centro en la técnica para poder meterme de nuevo pero voy muy cansado, como cuando en un maratón paras a andar y quieres volver a pillar el ritmo, imposible. Sufro, sufro mucho para no perder demasiado tiempo. Las ultimas rampas para subir a la meta parecen más grandes que la ultima vez. Braceo, braceo y braceo, si no hay piernas subo con mis cojones y los brazos, calle a la izquierda, calle a la derecha, la meta, choco la mano con Antonio y Jesús, y entro. Pleno y vacío, cuanto más vacío entro en una meta más pleno me siento. Volveré el año que viene, sin duda. Tres horas y tres minutos según mi Garmin, con un kilómetro y pico más de carrera a pié. Gracias amigos de Juarros de Voltoya por este triatlón tan estupendo J Próxima parada: ASTROMAD.

P.D: Mi dorsal era el 148, que no rima con chocho. Una pena porque entonces habría sido perfecto ;)


lunes, 19 de mayo de 2014

El tímido chico de la bici.

Ya son tres los años que llevo subido a una flaca. Recuerdo nítidamente el día que fui a comprarla, el pánico que sentí al ver los pedales automáticos, el vértigo de no haberme subido a una bicicleta desde los 12 años (literalmente). Resulta que el jodido soñador que soy se propuso ser triatleta y es requisito imprescindible dominar la bici de carretera. Recuerdo los miedos la primera vez que me subí, el inexistente equilibrio, el no saber para qué coño servía un desarrollo, ser completamente incapaz de soltar una mano, tener que pararme para poder coger el bidón y beber.

Es imposible olvidar el dolor de culo, cuello y espalda cuando no había hecho 20 kilómetros ni siquiera. La sensación de impotencia al quedarte sin fuerza en cualquier mínima cuesta, tirar de molinillo a las primeras de cambio porque era imposible mover los pedales. El pánico absoluto a la carretera, el ser incapaz de seguir una línea recta y otros tantos miles de detalles. Todo vino a mí hace unos días cuando entrenaba en la Casa de Campo. Terminaba unas series corriendo y le vi, un chaval de unos 35, regordete, con miedo, ilusión, muy parecido al Suso de hace tres años. En su mirada había una mezcla de miedo, ilusión y certeza. Apenas podía manejar la flaca, torpe al subirse, inseguro en el manejo, muy torpe al bajarse, tampoco podía coger el bidón y mil detalles más, como yo hace tiempo. Me quedé pensando un rato en todo lo que había pasado estos últimos años. Me dieron ganas de acercarme, de decirle que se puede, que no se preocupase, que todo lleva su proceso, que no se precipitase pero que fuese constante. También que se rodease de buena gente, de la que te enseña poco a poco, no de la que te obliga a hacer cosas que supongan un peligro, o de las que enseguida te hacen quemar etapas. Hay algo que nos cuesta entender en la vida y es que todo lleva su tiempo, que no por llegar antes vamos a llegar mejor o ni siquiera llegar. Los buenos guisos se hacen a fuego lento. Pero el chaval se fue y no me dio tiempo a hablar con el, una pena.


Tres años después de subirme por primera vez a una flaca, de encontrar mi pasión en el triatlón, lo de menos es haber aprendido a manejar una bici de carretera y hacer cosas que pensaba imposibles para mí. Lo más importante es aprender a pensar en largo, a tener paciencia, diferenciar la paja del grano y ser mejor persona. En general, estos tres años he aprendido más sobre la vida que sobre el triatlón. Pero realmente, todo empezó entrando en una pequeña tienda de bicicletas del Paseo de las Delicias cargado de ilusión.

lunes, 5 de mayo de 2014

VI Triatlón de la Cerámica



La verdad es que casi se me olvida lo que me gusta este deporte. El periodo entre una temporada y otra es largo, vas viendo como otros compis terminan maratones, trails, etc, y se te ponen los dientes largos. Tu sigues con tus “cosas de triatleta” y es verdad que se puede hacer algo duro. Al llegar a Talavera, llevaba una sonrisa de oreja a oreja y ya desde que entraba a coger el dorsal me he subido a una nube. No conozco otro deporte más flipante que este, es lo más endorfínico que he hecho nunca y es que son muchas las sensaciones que hay a lo largo de un triatlón, sobre todo si es en un entorno tam bonito como este. Talavera lo hice el año pasado por primera vez y decidí que esa prueba sería una fija en mi calendario. Desde este humilde blog quiero dar la enhorabuena a la organización y los lugareños, la verdad es que todo fue perfecto y se nos recibió con mucho cariño en la ciudad de la cerámica.

Hoy he sido consciente de varias cosas. La primera es que, aunque me muevo con mas soltura en los boxes, todavía me queda mucho que aprender. El cuidado y la colocación de todo lo tengo ya bastante resuelto pero tengo que mejorar los tiempos de las transiciones. La segunda son los imprevistos, el tri es un deporte muy complejo y en cualquier momento te puede pasar algo. Tienes que estar mentalmente preparado para lo que sea. La tercera es que me falta mucha fuerza encima de la bici, pero también es cierto que la manejo mucho mejor, por fin me he podido bajar en marcha de ella y he empezado a usar gomas aunque todavía no me atrevo a saltar en mi Imperiosa. La cuarta que sé sufrir, el Mister me ha enseñado a tolerar y gestionar el sufrimiento para poder competir en la parte alta de mi pulso, y se nota, vaya que si se nota. Las sensaciones en la carrera a pié han sido increíbles.

Llegamos pronto y enseguida nos encontramos con algunos amiguetes. Rápido recogemos dorsales, chip y nos marcan. Acto seguido pasamos control de material y montamos los boxes. La verdad es que todo transcurre con bastante calma, me siento muy a gusto. Me encantan estas pruebas ”pequeñas” hechas por clubes, de triatletas para triatletas, apenas 200 dorsales y muy buen rollo. El compañerismo aparece por todos los lados, consejos, ayudas, se respira muy buen ambiente. Calentamos un poco y nos ponemos los neoprenos, entonces yo me meto en mi mundo y me tiro al agua.

No hay color con la pasada edición, hay algo de corriente pero es soportable y la temperatura tampoco es tan fría como el año pasado. Sin darnos cuenta dan la salida y el tranquilo río entra en ebullición. Voy cómodo, acelerando poco a poco en un mar de pies y manos, entonces ocurre, ¡ZAS!, me sueltan una patada justo debajo de las costillas que me deja roto. No puedo respirar, me doblo, duel
e, me paro, braza, respiro, suelto aire, joder…me ha dolido mucho y me ha parado en seco. No pierdo la calma y poco a poco me voy recuperando, entonces arranco a nadar y sigo hacia la primera boya. La doblo con facilidad, me oriento a la segunda y la paso bien pero cometo un error. La primera norma del triatlón es “nada con calma”, estoy picado por el tiempo perdido y pillo unos pies de uno que va bastante rápido. Me vacío en este tramo contracorriente, me pongo a nadar a toda hostia y eso lo pago, karma instantáneo. Salgo del agua por la barandilla y me doy cuenta de que la he cagado, voy cardiaco perdido, creo que un poco hiperventilado y algo mareado. Me voy quitando el neopreno hasta que llego a mi puesto. Estoy desorientado, no me centro, pierdo bastante tiempo hasta que consigo colocarlo todo y puedo arrancar el segmento de bici. Cuando me subo sigo un poco desconcertado, bebo isotónico, meto los pies y ajusto las zapas, con calma me voy recuperando.

Cuando llegamos el Mister vio el viento y como perro viejo que es ya me dijo que lo pillaría en contra a la subida, así que: “no te vacies Suso, no se pelea contra el viento”. Y efectivamente, así ocurrió. En la subida regulo y busco un desarrollo relativamente cómodo para no petar, al coronar el viento pega bastante fuerte y yo sigo con la idea de controlar un poco. Giro y aquí la cosa cambia, acelero y bajo hasta Talavera sin tocar el freno, QUE GOZADA. Tenemos la carretera para nosotros y es una pasada ir en competición volando cuesta abajo con la bici, tumbándola de lado a lado de la carretera, trazando como si el binomio que formamos tuviese un solo alma. Aparece Talavera al fondo, la estampa es preciosa, no quiero ver la velocidad que llevo, no me interesa, solo quiero seguir bajando hasta el infinito. Disfruto una barbaridad. Entonces toca conectar el cerebro, quito desarrollo y me centro en llevar bastante cadencia. Saco los pies de las zapatillas, me levanto, paso la pierna por encima del sillín y me bajo en marcha. Esto me pone a mil, es la primera vez que lo hago en competición y suelto adrenalina por todos mis poros. Dejo a Imperiosa, me calzo y salgo pitando. Al contrario que antes, esta sí que es una buena transición.

La carrera con cojones, dicen que no tiene más estrategia que esa, adelanto a un chaval que me pasó en la bici y le veo bastante jodido, supongo que se vació subiendo. El cuerpo empieza a funcionar antes que otros triatlones, enseguida alcanzo las pulsaciones y las sensaciones que quiero, de aquí al final es un aguantar la agonía sin pasarse para no desfallecer. Entro en la meta como me gusta, acelerando los últimos metros y con sensación de haberlo dado todo, extiendo los brazos en un intento de abrazar la meta, como si fuese algo tangible, me siento exhausto y vivo.

He terminado muy contento porque llevo unas semanas con muchos viajes y sin poder entrenar como debería, aparte de algún que otro problemilla que me ha tenido distraído. Sin embargo he tenido sensación fortaleza. La conclusión es que me noto más maduro como triatleta, es mi deporte, es el que me gusta, pero todavía queda mucho por aprender y mejorar. De hecho queda muchísimo, pero como podéis leer, ganas no me faltan.


Fotos cortesía de Miguel Rodriguez.

martes, 15 de abril de 2014

ESTO ARRANCA


La temporada ya está a la vuelta de la esquina. Llevaba tiempo sin escribir en el blog pero me gano la vida escribiendo y las últimas semanas he tenido mucho trabajo. Ahora que he vuelto del viaje de trabajo a Las Vegas y disfruto de unos días quería ponerme al día. Lo primero, otra carrera agridulce, la de los Bomberos. Le plantee al Mister ir a por MMP en 10 K antes de la temporada, buscar ese objetivo con unas pocas semanas específicas y así lo hicimos. Dejamos algo la natación y la bicicleta para centrarnos en la carrera, sobre todo en el trabajo anaeróbico y de calidad. Esta temporada estoy aprendiendo a sufrir, soy capaz de subir mis pulsaciones a dígitos impensables hace unos meses y aguantar la agonía. Lo genial de la persona que me entrena es que te enseña, no solo te da un planning para que sigas unas instrucciones. Así que a base de series en la Casa de Campo con el a mi lado he descubierto cual es el punto en el que mi cuerpo cambia los gases y entra en anaeróbia. Es curioso lo diferentes que son las sensaciones entre las 174 y las 178 pulsaciones Justo hay un puntito en el que vas casi al límite, un esfuerzo sub máximo que puedes aguantar 10 Km. Si voy una o dos pulsaciones por encima mi fatiga se multiplica, pierdo la técnica de carrera y la cosa no funciona tan bien. Este nivel hay que trabajarlo todavía, por ahora queda para los finales de las competiciones.

Vamos al grano, conseguí la marca pero había piernas para más. Al contrario de lo que algunos piensan no tengo marquitis, pero si que me gusta prepararme para las competiciones y cruzar la meta con la sensación de haberlo dado todo, eso no ocurrió en Bomberos. Como he sido muy lento hasta hace bien poco me suelo colocar detrás en las salidas, pero claro, no es lo mismo competir a 5:10 que poder hacerlo a menos de 4:30 en un 10.000. Me coloqué más delante de lo habitual pero no lo suficiente, ni de coña. Ahí se jodió todo. El primer km salió en 5:00 y hasta la mitad no conseguí bajar de 4:30, mucha gente, demasiada. Lo bueno, que sigo bajando marcas, que sigo aprendiendo a “sufrir”, que me veo rápido y que esa velocidad es un puto vicio. De verdad, cuanto más rápido voy menos me atraen las distancias muy largas. A lo mejor con el tiempo se me pasa, no lo sé. Por ahora mis competiciones ideales son los 10K y las Medias en atletismo, los Sprint y Olímpicos en triatlón. Pudiendo subir a Maratón y Medio Ironman en algún caso, pero nada mayor. Quiero seguir en este camino de volverme rápido, fuerte, crear base. Me gusta la velocidad, me gusta la técnica que hay detrás de distancias “cortas”, donde cualquier mínimo detallito cuenta. ¿Es más difícil terminar un maratón que hacer una buena marca en un 10K? Esta es una pregunta que hace un año tendría una respuesta clarísima por mi parte, ahora mismo y después de todo lo que estoy aprendiendo, no lo tengo tan claro. Con esto no estoy menospreciando nada, cuidado, no van por ahí los tiros. Solo que por primera vez soy consciente de todo el trabajo que hay que hacer para ganar velocidad, es algo muy complejo. No quiero que esto suene pretencioso porque no lo es, por eso hice el blog, para poner lo que YO sentía. Solo eso, mis propias conclusiones y mis sentimientos, no pretendo aleccionar a nadie. Tampoco pienso que esté en posesión de la verdad, como he dicho, son mis conclusiones y lo que yo voy sintiendo. Nada más.

Tengo un sueño que es hacer un Ironman, he tomado el camino más largo para llegar a el, porque no me vale con terminar. Quiero estar en la línea de salida preparado, fuerte, verme con recursos, rápido, ágil, a la altura. Ya sé que tengo los cojones para terminarlo, pero me falta el físico y la experiencia. Los viajes que más he disfrutado en mi vida han sido largos. Y en eso ando ahora mismo, disfrutando de un largo y bonito viaje J

lunes, 10 de febrero de 2014

Media Maratón Fuencarral-El Pardo, MMP y grandes sensaciones.

Si había una carrera a la que tenía ganas era la Media Maratón Fuencarral-El Pardo, es la carrera de mi barrio. Quería darlo todo, el año pasado terminé un poco cabreado conmigo mismo, creo que podía haber rendido un puntito más pero me faltó confianza. Tampoco habría bajado mucho el tiempo, uno o dos minutos como mucho, pero sí que habría cruzado la línea con esa sensación de que lo has dado todo que tanto me gusta.

El día anterior a la carrera no salí de casa prácticamente, solo para hacer 30´de trote y 6 rectas con muchos estiramientos después. Me quedé el resto del día en casa, leyendo, concentrado, tranquilo, las piernas en alto. Se me pasó muy rápido el día y me fui a la cama dejándolo todo preparado con mucho mimo. Dormí del tirón y a las 6:15 sonó el despertador. Hago todo el ritual típico de una carrera y salgo andando hacía el Polideportivo de Santa Ana, es un lujo poder ir andando a una de tus carreras favoritas. Justo antes de llegar me pitan, son mis cabras, desde ese momento ya estamos todos los Caprus juntos. La idea es ir en un grupo de 4 donde David y yo estamos muy parejos, Miguel y Rafa venían a ayudarnos y marcarnos ritmo. Enseguida nos empezamos a encontrar muchos amigos y en nada ya estamos calentando, yo me concentro y dejo de hablar, desde ese momento solo hay 21 km por delante.

La salida es quizá lo que menos me gusta de esta carrera, no hay espacio por las calles y se pierde algo de tiempo, hasta el km 3 más o menos no podemos pillar el ritmo que queremos, vamos un pelín retenidos y zigzagueando entre corredores. Nos cruzamos con varios amiguetes. Yo voy a lo mio, callado, sin pensar, intentando lanzar la zancada bien adelante y pisando bien, qué diferencia cuando practicas la técnica de carrera. Se me pasa todo muy rápido, enseguida llegamos al Pardo y ya dejamos de bajar. Terreno ligeramente ondulado donde subimos pulsaciones y vamos cogiendo una velocidad interesante. También se me pasa muy rápido, voy muy ensimismado sin perder el hombro de Miguel como referencia. Y entonces empieza la carrera, subidas y más subidas hasta Montecarmelo. Por cierto, picamos en kilómetro 10 en 48:13, lo que sería MMP en 10 K. 


Si hay una diferencia, aparte de las físicas, entre el Suso de 2013 y el de 2014 es la cabeza. Gracias al Mister he descubierto que hay otro yo dentro mí, lo llamo “El otro tipo”. Bueno, pues en las cuestas fue ese otro tipo el que cogió el control, este “Yo” tiene una tolerancia al sufrimiento que yo no tengo. De hecho creo que hasta disfruta con ello el muy cabrón, cuando vi los parciales que nos marcamos en la subida no me los creo, pero es que cuando llegamos al llano cayeron un par de km por debajo de 5´con unas sensaciones acojonantes, todo gracias al otro tipo. No recuerdo bien la cuesta larga en curva que te saca del Pardo, creo que iba totalmente concentrado, boqueando y babeando, aislándome de todo para seguir adelante. Como cuando sales de un cuarto y apagas la luz, pues algo así, es una sensación difícil de explicar, no siempre consigo ir tan en automático pero es algo alucinante cuando ocurre. En esos momentos eres todo instinto, tu lado más animal tiene el control y apenas hay tiempo para pensar, creo que tiene que ver mucho este estado con la meditación……pero es da para otro post en este humilde blog.


Cuando llegamos a Montecarmelo las fuerzas ya iban justas y pica para arriba pero bien. Braceo, braceo
y braceo, las fuerzas ya están justas y cuesta mantener el ritmo, intento no desconcéntrame y centrarme en la técnica. Miguel y Rafa no dejan de animar, David va fuerte, pierdo un par de metros respecto al grupo pero tiro de rabia y me vuelvo a unir. No dejamos de adelantar gente, no dejamos de pasar cadáveres, ¡Somos Caprus coño, que se noten los entrenamientos en montaña!, nos grita Rafa. Cruzamos el puente hacia Fuencarral y yo voy muy justo, David me adelanta unos metros y esta vez no puedo pillarle, no queda nada, voy por inercia a la meta sacando de donde no hay para mantener la velocidad, suelo tener un buen final pero aquí no aparece, básicamente porque no hay nada más de donde sacar. Cruzo la meta y me abrazo a David, veo a Miguel y Rafa, apenas puedo hablar y no me creo el tiempo: 1:45:50 según mi Garmin y 1:46:00 según la organización. He cruzado la meta como me gusta, con esa sensación de que lo he dado todo, de que no queda nada, muy feliz. Casi 10 minutos menos que el año pasado y 7 menos que mi MMP en Getafe. ¿Qué decir? Simplemente que ha sido acojonante, las sensaciones indescriptibles y terriblemente adictivas. Qué junto va el sacrificio y el goce en este deporte. Al lado de mi gente, de mis Caprus, estoy creciendo como y atleta y persona. Gracias cabras por existir y acogerme. ¡Aupa Caprus!

Fotos robadas con nocturnidad y alevosía a Jorge Gómez y Felipe Lira, gracias :)

lunes, 3 de febrero de 2014

¿Es más duro entrenar para triatlón que para un maratón? No, es diferente.

Lo primero que quiero dejar claro es que no soy nadie, solo un tipo que hace 7 años empezó a correr y que está en constante aprendizaje, pero me gusta compartir lo que voy aprendiendo y mis sensaciones. La de arriba es una pregunta recurrente, yo creo que nos la hacen a todos los triatletas. Mi humilde opinión es que no me parece que sea más duro preparar un triatlón (hasta Half) que un maratón o carreras similares. Pero sí que hay matices importantes a tener en cuenta. La primera es que el atletismo es un deporte diferente al triatlón, de hecho creo que más diferente de lo que parece en un principio.

En el triatlón no tienes ese continuo machaque de articulaciones que hace que al final de la semana te duelan hasta las pestañas. De la misma forma, no tienes esa sensación tan típica de “estoy hasta la/las/el/los (sustituir por la parte del cuerpo que proceda) de salir a correr”. Cuando llevas semanas entrenando para un maratón se hace muy duro, a mí me costaba cumplir entrenamientos porque ya no me apetecía correr más, pero soy disciplinado y salía a cumplir lo que tocaba. Bueno, eso en el triatlón no existe, realmente no tienes tiempo de aburrirte en ninguna de las tres disciplinas. La bici, por ejemplo, apetece siempre si hace buen tiempo y esas cosas. Al final de una semana dura de triatlón no te duele todo, la sensación que tienes es más de cansancio, pero realmente no aparecen esas molestias que si tienes al correr 4/5 días semanales. Como dice un buen amigo, correr duele.

La diferencia fundamental se encuentra en la gestión del tiempo. Si bien no me parece más duro entrenar triatlón que maratón, hay que dedicarle más tiempo. El triatlón implica muchas horas de entrenamiento, ahí está la diferencia. No terminas con ese machaque de solo correr pero sí que la buena gestión de la agenda es fundamental. Muchas veces tienes que robar tiempo a la cama y otras facetas de la vida.No tiene esa inmediatez del atletismo, no es llegar a casa y calzarte las zapas. Tienes que planificarte la semana y vencer la pereza. A mí es algo que no me cuesta hacer, también es cierto que me apasiona y disfruto como un loco.


Esa es mi humilde opinión, son dos deportes duros con ese matiz que he intentado explicar. Uno duele y el otro cansa, uno es más pesado y el otro más variado, uno te deja más tiempo libre y el otro consume tu agenda. Creo que en una balanza todo andaría muy equilibrado, depende el tipo de persona que seas te gustará más una cosa que otra. Como veis, no son deportes que se parezcan tanto ;)

jueves, 23 de enero de 2014

La magia se pasó por Alalpardo.

Ocurre a veces, los planetas se alinean y una competición se vuelve muy especial. Eso ocurrió en Alalpardo en el II Trail del Serrucho de manera masiva. Los ingredientes fueron una pizca de buena organización, una pizca de corredores que se conocen entre sí, otro poco de mal tiempo y cuarto y mitad de barro. Introduzca los ingredientes en un bol y remueva para mezclarlos bien, no hay ni que dejarlo adobar porque la reacción es instantánea.

El día no acompañaba, lluvia y frio. Pensaba que iba a faltar mucha gente por cómo pintaba el escenario pero no fue así, en seguida empezaron a aparecer caras conocidas por todos lados. No os voy a nombrar a todos, sabéis de sobra quienes sois, algunos os veo más y a otros menos, con algunos solo he cruzado 2 palabras, a otros solo os conozco por las redes,  pero se os quiere, de verdad, compartimos pasión y eso ya es mucho compartir en este siglo XXI. La primera cosa que me llama la atención son las sonrisas, todo el mundo está sonriendo, los comentarios giran en torno a nuestra locura, en cómo explicar esto a la gente que está fuera del pequeño mundo que hemos creado. Hemos formado un ecosistema propio, en estos deportes es necesaria cierta empatía, y más en un país como este que ha empezado a correr recientemente. En cierto modo me jode que la gente nos mire un poco raro, de verdad que no hacemos nada extraordinario, simplemente corremos, está a la altura de cualquiera que se lo proponga.
Llega el momento y nos vamos en grupo desde el polideportivo a la plaza de toros, donde está la salida. Todo son saludos, comentarios positivos, miradas de complicidad, alegrías, abrazos, estiramientos. No hay miedo, nadie cuestiona la meteorología, aquí hemos venido a disfrutar y punto. Somos una masa apasionada, se percibe la energía positiva.

Y dan la salida, ¿qué comentar de la carrera? Todos sin excepción nos dedicamos a correrla lo mejor que pudimos. Nos olvidamos de marcas o ritmos, se iban haciendo grupitos donde todo el mundo se ayudaba. Los voluntarios, qué voluntarios, así como la gente de Protección Civil, no dejaban de dar consejos, indicar por donde se pasaba mejor y ayudar en todo lo que podían. Dejamos de ser corredores para ser niños, ¿quién no ha disfrutado de pequeño saltando en los charcos  y poniéndose de barro hasta las orejas? Al menos así lo he sentido, fuimos 500 niños con dorsales disfrutando de unas horas de barro y agua sin limitaciones. También hubo espacio para el esfuerzo, por supuesto, no fue fácil completar el recorrido, ni mucho menos. Creo que fue una carrera épica, divertida y entrañable. Personalmente, estoy orgulloso de poder decir: “Yo estuve en el II Trail del Serrucho”, esa frase sonará mucho tiempo en nuestro mundillo.   

Foto cortesía de: www.tufotodelacarrera.com

viernes, 10 de enero de 2014

Pretemporada.

Podríamos hacer el chiste de: La pretemporada es larga y dura, cómeme la pretemporada….pero no lo vamos a hacer ;)

Si, es complicada, el triatlón tiene una particularidad y es que cuando se termina la temporada se termina de verdad. Algo parecido pasa con la montaña pero sigue habiendo pruebas de trail y similares todo el año, aunque no haya mucha montaña pura y dura te puedes quitar el gusanillo. Con el tri no pasa eso y se hace duro, el deporte de las tres disciplinas engancha mucho y cuando llevas unos meses sin practicarlo tienes mono.
Una vez que terminas tu temporada tomas unas semanas de “descanso”, te dedicas a ir a las kedadas, hacer pruebas de asfalto, trail, crosses, juntarte a todo el mundo. Arranca después una etapa de acondicionamiento y otra general en la que hay que empezar a preparar el cuerpo, esto se hace puñetero porque una gran parte de ese entrenamiento se basa en el volumen. Hay que meter cantidad y poca calidad, hay que visitar el gimnasio a conciencia, no tienes objetivos a la vista y es que estás a 5 ó 6 meses de tu primera prueba. Tampoco tienes buenas sensaciones, te notas un poco torpe, estás trabajando la fuerza-resistencia en el gim incluso buscando un poco de hipertrofia, estás metiendo muchos metros de natación sin hacer ninguna serie, corriendo hemos hecho tiradas de 14-17 Km recurrentemente, la "velocidad" sólo la hemos aplicado después de un día de fuerza. Esos días son particularmente jodidos porque “lo has petado” con las pesas el día anterior y al aplicar series de 400, por ejemplo, no tienes buenas sensaciones. Recuerdo un 25x100 después de uno de los días más duros de gimnasio cuando estábamos buscando la hipertrofia donde sufrí como un puto perro. Estaba cansado, hacía frio, hacía viento, a ratos llovía, eran las 8 de la noche y estaba todo oscuro, las piernas infladas, los hombros dolían, estaba muy incómodo. Tenía que buscar el máximo de 180 pulsaciones y no llegaba, estuve a punto de tirar la toalla es día, lo reconozco. “¿Qué coño haces Suso? Vete a casa y tómate una cerveza, vete al cine, sal a tomar unas tapas…” Controlé los malos pensamientos y terminé el entrenamiento, lo tengo como uno de los entrenamientos más duros que he hecho nunca, ¿suena a coña verdad? Un 25x100, cualquier cosa menos algo épico.

En la bici hemos metido mucho kilometraje, atrancado y con poca cadencia, sin levantarme del sillín en las cuestas, buscando esa fuerza que tanto me va a hacer falta. Días de lluvia, de frío, con dolores en las piernas por las pesas, por las series, el cuerpo quejándose de lo que le estás haciendo….y ningún objetivo a la vista.
Se hace duro, se hace muy duro todo ese volumen, volumen y más volumen. Pero la distancia con los sueños se disminuye mediante la disciplina. Ahora mismo me veo fuerte, la fase específica se acerca y estamos haciendo cambios en los entrenos. El gimnasio ya no es tan pesado, hemos cambiado a fuerza-velocidad. La bici aparece con más sesiones y hay que empezar a hablar de calidad. La base está puesta, los pilares que van a soportar la temporada ya están definidos, ahora podemos construir la casa. Han sido un par de meses duros pero ha merecido la pena, mucho, creo que estoy más fuerte a nivel mental además, no solo en un plano físico. Esto es algo que hay que hacer todos los años, los pilares hay que ponerlos siempre o no tendrás la casa que quieres.

Como le pasa a mucha gente con MAPOMA en esta parte del año ya veo los objetivos en el horizonte, el 4 de mayo arranco la temporada en Talavera con casi total seguridad. Lo bueno que tiene el tri es que no te lo juegas a una única prueba, cuando arrancas caen competiciones una detrás de otra alargando el disfrute. Es como si te preparases para un maratón, te recuperases muy rápido y tuvieses maratones cada 3 semanas. Curioso, ¿verdad? Constancia y pasión amigos, ésa es la clave para muchas cosas en la vida.