viernes, 16 de agosto de 2013

Crónica Half Riaza Triathlon, la primera competición en la que llego el último y la que más me ha llenado.

Dice una buena amiga que el destino te termina encarrilando a donde tienes que llegar. Al terminar el verano de 2012 quería hacer un gran reto, correr una prueba larga. Intenté preparar el Maratón de Málaga y luego el de Madrid, en ambos me quedé fuera por lesión. Entonces el universo se cuadró cuano la Federación de Castilla y León cambió la fecha del Half Riaza Triathlon, prueba dura que hice el año pasado en su versión corta. Y aquí tenía que llegar porque no me paró ni una terrible varicela que me dejó 2 semanas fuera de juego, entrené muy duro para llegar a la línea de salída y gracias al expertisse de Miguel Rodriguez completé la prueba que más me ha llenado hasta la fecha. No quiero enrollarme más sobre los meses previos, hubo semanas muy duras de entrenamiento y cuando miro todo lo que hice alucino en colores. Pero vamos a Riaza, que es de lo que vá esta entrada.

El sábado 27 lo dejo todo preparado y subo a Imperiosa a la T1, aunque se puede preparar todo el día siguiente la organización nos da la posibilidad de dejar las bicis el día anterior. Las transiciones en esta prueba están separadas, la natación y la T1 se encuentran en el precioso embalse de Riofrio, subiendo el comienzo del puerto de La Quesera, la T2 unos 7 km más abajo en el pueblo de Riaza. Subimos Almu, Josu, David, Javi y un servidor. Se notan los nervios y las mariposas, esas sonrisas mitad nervios, ilusión, un poco de miedo. Hay risas, consejos, ánimos. El embalse está bonito, el agua limpia y tranquila, casi dan ganas de quedarse a dormir. Hace algo de frío y sopla un inquietante viento que sufriríamos el día siguiente. Casi me parece mentira estar 1 año después aquí, haciendo la prueba larga, unos 100 km entre las 3 disciplinas. Sin más nos bajamos, lo tenía todo preparado así que ceno y me voy a la cama.

Me despierto 10 minutos antes de las 4:30 de la mañana, me pongo en marcha, desayuno, repaso todo mil veces y al coche. He desayunado poco pero gracias a Jaime de Triatlon Store descubrí una barra de Victory Endurance que me va muy bien los días de competición en los que hay que levantarse muy temprano y el estómago está para pocas cosas. Llego a Riaza, frío, noche, locos del tri que llegan, buenas sensaciones. Llego el primero al control de la T2 y aparece un tal Luis, charlamos un poco y me parece un tipo majo, resulta que era amigo de Almu. Esto es un pañuelo. Aparece el resto de la tropa y montamos la T2. Dejo zapas, calcetines, gorra y un gel. Me monto en el autobús de la organización y subimos a la presa. casi parecemos profesionales, la organización es soberbia. Entro en T1 y lo monto todo tal y como lo he estado visualizando varios días antes, el triatlón es el deporte de los pequeños detalles y hay que prestar mucha atención a los preparativos. Veo a mi alrededor que la gente que va al triatlón largo son auténticas máquinas, "Bueno Suso, eres tu contra las 7 horas que hay de margen". En otras pruebas (franquicias principalmente) dan más tiempo, aquí no.

Una vez que los jueces confirman que el neopreno está permitido ya todo ocurre, al menos en mi mente, muy rápido. Me pongo el Aquaman ADN con el que estoy encantado, últimos preparativos y vemos salir a los del Short. Casi sin pestañear se monta nuestra cámara de salidas y al agua. Temperatura perfecta, nado un poco para ir calentando, y llega el momento por que llevo meses peleando: "¡Triatletas en posición, estáis a las ordenes del juez de salida!" Bocinazo y al lío.

Somos unos 80 en el agua y el embalse es muy ancho, hay dos boyas de referencia y dos de giro con espacio para nadar sin problemas. No hay hostias como en otros triatlones en los que he estado. Rápidamente encuentro mi ritmo, tenemos que dar dos vueltas de 1.000 metros, en la segunda cometo un error y es que el sol me confunde y voy hacia la boya de giro que no es. Me doy cuenta y tengo que recular un poco. Acelero al hacer el último giro y me lanzo a por la zona balizada para poder subir a la presa. Salgo en 39´del agua, me voy quitando el neopreno mientras corro y hago la transición tal y como tenía pensado. Cojo mi montura y se me cae un gel que pensaba llevar en la bici por si acaso, me avisa un juez y dudo en dar la vuelta, el destino aparece (si lo pensabas llevar, llévalo) me dice la cabeza así que retrocedo y lo pillo. Y esto tendría una trascedencia brutal después.

Bajamos con frio el puerto de La Quesera hacia Riaza, voy helado pero no quiero perder tiempo, ya se pasará. Bajando me quedo sin desarrollo, no sé que velocidad alcancé pero iba a toda pastilla. En Riaza me gritan, es Roberto Capilla, GRACIAS! Y empieza lo duro, el circuito de bici.

Según termina Riaza la primera cuesta, cuando coronas no hay llano sino una sucesión de toboganes hasta llegar a un pueblo llamado Alquite donde hay una bajada de ir a tope, que luego hay que subir claro. Me cruzo con Josu, David, Almu y un conocido del Diablillos. Aquí es donde me sorprende el viento, no me he dado cuenta porque me pegaba de culo al venir lo que quiere decir que nos pegará de frente en las subidas. No lo pienso mucho, la bici es lo que peor llevo y más me cuesta, sigo con el plan. Aparece una rampa en la que pega el viento de frente y me quedo casi parado, sufro un poco pero lo supero y subo hasta el primer avituallamiento. Vuelta y a por las subidas. Y efectivamente, hay mucho viento en contra, subimos tramos que están alrededor de un 10% de pendiente, con viento en contra. Brutal, empiezo a sufrir y es entonces cuando aparecen todos los consejos y todo que he aprendido al lado de Miguel, me voy acordando de todo según voy avanzando. Cuando pienso en que tengo que dar otra vuelta aparecen pensamientos negativos, pero los borro y me centro en ir pedalada a pedalada. Me concentro, un poquito echado adelante, pisada plana, controla tú la respiración, come, bebe, sufre, y SIGUE!!!!! Llego a Riaza y vuelta a empezar, segunda vuelta, el aire mucho más fuerte que en la primera. Pienso en el gel que llevo, tiene cafeína, "deja de tomar geles del bidón y tómate este al dar la vuelta en El Negredo", pienso. Así lo hago, noto el empujón de la cafeína que me ayuda un poco para completar la segunda vuelta. Nos cruzamos varios triatletas y converso con alguno pero no puedes pillar ninguna rueda, a pesar del cansancio me concentro en no incumplir el drafting aunque ganas de coger una rueda y protegerme del viento no me faltan. A veces voy solo por la carretera, te sientes un poco extraterrestre la verdad pero es una sensación que tiene cierto encanto. Cuando veo Riaza al fondo sonrío y siento una satisfacción enorme que recorre mi cuerpo y es que al empezar quería hacer la bici en 3 horas como mucho, ahora se trata simplemente de llegar al corte y poder terminar la competición, y he llegado con tiempo suficiente para hacerlo. Justo al entrar en Riaza una última cuesta hasta llegar al pueblo, pongo el 34 y el 28 y subo tranquilo intentando relajar lo que pueda las piernas hasta llegar a la transición. Como detalle de lo que soplaba, hubo un momento en el que tuve que quitar prácticamente todo el desarrollo en llano para, simplemente, poder mover la bici. a esto se sumaba un circuito que es duro pero que me ha enseñado mucho y he ganado una confianza brutal para afrontar futuras competiciones.

Me bajo de Imperiosa y aparece la cruda realidad, las piernas están muy cargadas. Me noto con fuerzas, me he alimentado bien, pero muscularmente estoy roto, así de simple. Hago la transición y arranco los 20 km de carrera con la certeza de que a la meta llegaré si consigo dosificar y gestionar mi musculatura inferior, hay riesgo de calambres, tirones o una lesión. Así que me agarro al CaCo, corro y cuando veo que las piernas se convierten en madera o hay riesgo de calambres, ando rápido hasta que la cosa se relaja. Y así, poco a poco, juntandome con unos y con otros, compartiendo conversación y ánimos con varios compañeros de fatigas y los ánimos de Almu y Mariano en cada vuelta llego al último avituallamiento, me quedan 3 Km hasta meta. Y entonces me doy cuenta de que voy el último, y me da igual, ni bajón psicológico ni nada, he visto varios abandonos y es entonces cuando entiendo la cultura finisher de este deporte. Decido poner toda la carne en el asador y desde aquí consigo trotar hasta la meta sin parar, los cuadriceps amenazan con subirse, los gemelos hace rato que no están, los isquios duelen y los sóleos parecen papilla. Francamente, me duelen hasta las pestañas pero sigo paso a paso, poco a poco, concentrado, funcionando de manera automática, aislado y a lo mío, hasta que veo la meta. Sonrío, no puedo esprintar aunque me gustaría, apenas puedo mover las piernas de hecho debo parecer Triatleta de La Calzada, pero sonrío y cruzo el arco y me río, y veo a Almu, y lloro claro. Se me caen las lágrimas y me siento feliz, muy feliz. Y soy feliz no por haber hecho esta dura prueba, lo soy porque el año pasado descubrí el triatlón pero este año me siento triatleta, el destino me ha traído hasta aquí (no sin esfuerzo) y quiero quedarme. Finisher con 6:31:12 y encantado con este deporte y todas sus distancias. La temporada se acaba y toca volver a la montaña y los crosses.





Gracias Miguel por creer en mi , y gracias a Rafa Tibu y los Caprus por todo lo que me habéis dado. Se os quiere :)

Y gracias a la gente de Riaza que no nos dejó de animar en todo el recorrido, el año que viene me gustaría volver a esta prueba tan dura y bonita.

Fotos sacadas del perfil de Laetus, Almu y Roberto Capilla.

4 comentarios:

  1. Dios mio he sufrido leyendolo enorme documento primo

    ResponderEliminar
  2. Felicidades Suso! eres triatlón en estado puro! espero que sigas disfrutando así de todo lo que hagas, un beso gigante!

    ResponderEliminar
  3. Me has puesto la piel de gallina. Enhorabuena Suso, estoy mega orgulloso de ti.

    ResponderEliminar
  4. Suso, no había visto este post tuyo, pero me arrepiento de haberlo hecho... me estáis picando con esa "trifilosofía" y ya no puedo meterme en más jardines....
    ENHORABUENA

    ResponderEliminar