martes, 20 de agosto de 2013

La cabeza también se entrena, crónica de una reacción tras hostiarme en competición...

Cogí con muchas ganas el Wild Wolf Series después de pasar una varicela que me impidió ir al ITU y que hizo peligrar, y por supuesto complicó mucho, la preparación que estaba llevando. En el segmento en bici justo cuando coroné Garabitas cogí el bidón para beber, y entonces ocurrió......un bache torció el manillar y me fui al suelo. Recuerdo la primera sensación de frustración: "no es tu año Suso" eso es lo primero que salió de mi cerebro. Me había raspado todo el lateral y dolía, rápidamente vino gente que me ayudó, levantaron la bici, me levantaron a mi, me preguntaban. Ví la herida, iba de la pierna hasta el brazo aunque tampoco me parecía gran cosa, me eché un poco de agua y entonces ocurrió. Algo en mi cerebro hizo CLICK, algo cogió los mandos, me quité de encima la gente y sin pensar me subí a la bici. Empecé a pedalear, cada vez más rápido, con rabia, sin pensar, creo que debía tener la misma actividad cerebral que el cambio automático de mi coche. Las mandíbulas apretadas y rodando a toda velocidad, llegue a la bajada (peligrosa) y me quedé sin desarrollo, el dedo seguía pulsando repetidamente la maneta de cambio buscando un piñón más que no existía, tumbé en dos curvas lo que no he tumbado en la vida sin tocar prácticamente el freno. Como un autómata saqué los pies de las zapatillas y me dispuse a entrar en boxes. Me bajo y CLICK, cerebro conectado, hola mundo. Mi YO consciente vuelve a coger el control. De aquí a meta poca historia y buenas sensaciones, salí pitando alucinando con lo que acababa de ocurrir y me salió una buena carrera la verdad.

Y ahora vamos al meollo del tema. Unas semanas antes de esta competición, en medio de toda la carga brutal de entrenamiento que metimos después de la varicela, tocaba subir un puerto como preparación a Riaza. Pero claro, para que subir uno si se pueden subir dos. Primero cayó Morcuera, una experiencia increíble y muy bonita la verdad. aunque dura. Tras un breve descaso salimos dirección a Canencia, entonces el coach me empezó a hablar sobre psicología deportiva, los diferentes YO que tenemos y como actúan según tus circunstancias, cómo bloquear lo negativo en caso de fatiga extrema o cuando lo estás pasando mal en una competición. Y entonces me dejó solo, bueno solo con las cuestas de la cara norte de Canencia, había que poner en práctica todo lo hablado y mejor sin avisar claro. La cosa es que funcionó, iba roto, sufriendo lo que en la vida pero gracias a la cabeza lo hice. Esa experiencia la tuve muchos días en la retina y la guardo en mi memoria con especial cariño. Y ese entrenamiento fue el que sacó ese Suso que cogió los mandos cuando me fui al suelo en Garabitas, por cómo soy estoy seguro que habría terminado cogiendo la bici y terminando el triatlón pero sin esa reacción tan alucinante, automática y determinante. Si pudiese volver a repetir esa competición no quitaría el golpe, dolió pero me enseñó mucho, aprendí que no todo es cabeza en el deporte de fondo y resistencia como suele decirse sino que es otra cualidad más, muy importante eso sí, que hay que entrenar convenientemente. Y si lo haces tendrás resultados interesantes, de la misma forma que si entrenas la fuerza, la velocidad, el fondo, etc.
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